Telefe y Xat

Telefe en vivo

Xat

Capitulo 24 Ronnie


Lee el capitulo 12 de La Última Canción clikando Leer Mas





Ronnie observó a Will marcharse mientras se iba a su casa, pensando sobre las cosas que él había dicho y preguntándose si estaba en lo correcto con lo de Blaze. La cita de la corte que se acercaba la había estado atormentando todo el verano: algunas veces ella se preguntaba si la anticipación del posible castigo era peor que el castigo mismo.
Mientras las semanas pasaban, ella se había estado despertando a mitad de la noche y encontrando imposible volverse a dormir. No era que ella estuviera horrorizada de ir a prisión —dudaba que fuera encerrada— pero estaba preocupada de que estos crímenes la pudieran seguir para siempre.
¿Debería revelarle su historia a una universidad a la que ella quisiera ingresar? ¿Se lo tendría que contar a sus futuros empleadores? ¿Sería capaz de obtener un trabajo como maestra?
No sabía si quería ingresar a una universidad o si quería ser una maestra, pero el temor persistía. ¿Acaso esto la atormentaría para siempre? Su abogado no lo pensaba así, pero no prometía nada. Y la boda. Era fácil para Will pedirle que fuera, asumir que no era un gran problema. Pero ella sabía que Susan no la quería allí, y lo último que quería era convertirse en un tipo de distracción. Ese es suponía que fuera el día de Megan.
Llegando al porche, estaba a punto de entrar cuando ella escuchó el chirrido de una silla. Saltó hacia atrás de terror, sólo para ver que era Jonah observándola.
— Eso. Fue. Tan. Asqueroso.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — Ella demandó, su corazón todavía acelerado.
— Observándolos a ti y a Will. Como dije, eso fue tan asqueroso. — Él hizo salir un punto.
— ¿Estabas espiándonos?  
— Estaba tratando de no hacerlo. Estabas allí en la pared con Will. Parecía como si él estuviera prácticamente apretándote hasta la muerte.
— No lo estaba haciendo. — Ronnie le aseguró.
— Sólo estoy diciendo lo que vi.
Ella sonrió.
— Lo entenderás cuando seas mayor.
Jonah sacudió su cabeza.
— Comprendo muy bien lo que estabais haciendo. He visto películas. Creo que es asqueroso.
— Ya has dicho eso. — Ella le dijo.
Eso pareció detenerlo por un segundo.
— ¿A dónde va?
— A casa. Tiene que trabajar mañana.
— ¿Vas a ver el nido de tortugas esta noche? Porque no tienes que hacerlo. Papá dijo que podíamos observarlas nosotros esta noche.
— ¿Convenciste a papá para dormir fuera?
— Él quiere hacerlo. Piensa que será divertido.
Lo dudo, ella pensó. — Por mí está bien.
— Ya tengo mis cosas listas. La bolsa de dormir, linternas, zumos, sándwiches, una caja de galletas Ritz, malvaviscos, galletas y una raqueta de tennis.
— ¿Vais a jugar al tennis?
— En caso de que llegue un mapache. Ya sabes. Si trata de atacarnos.
— No te va a atacar.  
— ¿De veras? — Sonó casi decepcionado.
— Bueno, tal vez es una buena idea. — Ronnie agregó — Sólo por si acaso. Nunca se sabe.
Se rascó su cabeza.
— Eso es lo que pensé también.
Ella apuntó hacia el taller.
— La ventana está genial, por cierto.
— Gracias. — Jonah dijo — Papá quiere asegurarse de que cada pieza esté perfecta. Él me obliga a hacer piezas dos o tres veces. Pero me estoy volviendo bueno haciéndolas.
— Me doy cuenta.
— Pero se pone caliente. Especialmente cuando enciende la estufa. Es como un horno.
Es un horno, ella pensó. Pero no lo corrigió.
— Qué mal. ¿Cómo va la guerra de galletas?
— Va bien. Sólo tengo que comerlas cuando él está durmiendo.
— Papá no duerme.
— Ahora sí lo hace. Cada tarde, durante unas cuantas horas. Algunas veces yo tengo que moverlo fuertemente para despertarlo.
Ella miró a su hermano antes de irse a la ventana hacia la casa.
— ¿Dónde está papá de todos modos?
— Está en la iglesia. El Pastor Harris vino hace poco. Ha estado viniendo muy seguido. A papá y a él les gusta hablar.
— Son amigos.
— Lo sé. Pero creo que sólo lo usa como excusa. Creo que papá fue a tocar el piano.
— ¿Qué piano? — Ronnie preguntó desconcertada.  
— Lo entregaron en la iglesia la semana pasada. Papá ha estado yendo para tocar.
— Ha estado yendo, ¿huh?
— Espera. — Dijo él — No estoy seguro de que debía decir eso. ¿Tal vez lo puedas olvidar?
— ¿Por qué no deberías habérmelo dicho?
— Porque podrías gritarle otra vez.
— No le voy a gritar. — Ronnie protestó — ¿Cuándo fue la última vez que le grité?
— Cuando estaba tocando el piano. ¿Recuerdas?
Oh, sí, ella pensó. El chico tenía una asombrosa memoria.
— Bueno, no le voy a gritar.
— Bien. Porque no quiero que le grites. Se supone que iremos al Fuerte Fisher mañana, y quiero que esté de buen humor.
— ¿Hace cuánto que se marchó a la iglesia?
— No lo sé. Siento que han sido horas. Por eso es que estaba aquí fuera. Estaba esperándolo. Y luego apareciste con Will y os pusisteis intensos.
— ¡Sólo nos estábamos besando!
— No, no lo creo. Definitivamente estabais haciendo algo más. — Jonah dijo con convicción.
— ¿Ya has cenado? — Ella preguntó, ansiosa de cambiar de tema.
— Estaba esperando a papá.
— ¿Quieres que te prepare un par de perritos calientes?
— ¿Sólo con kétchup? — Él presionó.
Ella suspiró. — Claro.  
— Pensé que ni siquiera te gustaba tocarlos.
— Ya sabes, es gracioso, pero he estado tocando un montón de peces muertos, así que un perrito caliente no me molesta como ese montón de cosas horribles.
Él sonrió. — ¿Me llevarás al acuario alguna vez para que pueda verte alimentar a las morsas?
— Si quieres, hasta puedo dejarte alimentarlas.
— ¿En serio? — La voz de Jonah se incrementó por la emoción.
— Claro. Tendré que preguntar, por supuesto, pero han dejado que unos estudiantes lo hagan, así que creo que no habrá problema.
Su rostro se iluminó.
— Wow. Gracias. — Luego, levantándose de la silla, él añadió — Oh, por cierto, me debes diez dólares.
— ¿Por qué?
— ¿Hola? Por no contarle a papá lo que Will y tú estabais haciendo. Duh.
— ¿Hablas en serio? ¿Aunque te voy a hacer la cena?
— Vamos. Tú trabajas y yo soy pobre.
— Obviamente crees que gano más de lo que recibo. No tengo diez dólares. Todo lo que he ganado lo he usado para pagar mi abogado.
Lo pensó un momento.
— ¿Qué tal cinco?
— ¿Acabas de pedirme cinco dólares aunque te dije que no tenía diez dólares conmigo?
Lo pensó. — ¿Qué tal dos?
— ¿Qué tal uno?
Sonrió.  
— Hecho.
Después de que le hiciera la comida a Jonah —quería sus perritos calientes hervidos, no hechos en el microondas— Ronnie se dirigió a la playa, hacia la iglesia. No estaba muy lejos, pero estaba en la dirección opuesta de la ruta por la que ella generalmente caminaba, y casi no había notado las últimas veces que había pasado por allí.
Mientras se aproximaba, ella vio la parte superior de la silueta contra el oscuro cielo. Aparte de eso, la iglesia desaparecía en los alrededores, mayormente porque era mucho más pequeña que cualquiera de los hogares que la rodeaban y no tenía ninguno de los caros detalles. Las paredes estaban hechas de tablillas de vías muertas y, a pesar de la nueva construcción, el lugar ya se veía viejo.
Tuvo que escalar una duna para llegar al estacionamiento en la calle de al lado, y aquí no había más evidencia de actividad reciente: un contenedor lleno, un pedazo de chapa junto a la puerta, una camioneta grande aparcada cerca de la entrada. La puerta frontal estaba abierta, iluminada por un suave cono de luz, aunque el resto del edificio estaba oscuro.
Ella caminó hacia la entrada y entró. Mirando en los alrededores, podía ver que el lugar era viejo. El suelo era de hormigón, el tapizado estaba medio hecho, y no había asientos o púlpitos. El polvo se colaba en todo el lugar, pero estaba bien ordenado.
Donde Ronnie podía imaginar al pastor Harris rezando los domingos, su padre estaba sentado detrás de un piano nuevo que parecía fuera de lugar. Una lámpara vieja de aluminio adherida a un cable era la única iluminación.
No la había oído llegar, y siguió tocando, aunque ella no reconoció la canción. Se escuchaba casi contemporánea, a diferencia de la música usual que tocaban, pero incluso para sus oídos, se escuchaba… de alguna manera inconclusa. Su padre al parecer se había dado cuenta también porque se paró durante un momento, al parecer se le ocurrió algo nuevo, y comenzó desde el inicio de nuevo.
Esta vez, ella escuchó las sutiles variaciones que había hecho. Eran una mejora, pero la melodía aún no estaba bien. Sintió un aire de orgullo al darse cuenta de que ella todavía tenía no sólo la habilidad de interpretar música, sino de imaginarse las posibles variaciones. Cuando ella era más pequeña, era este talento el que había asombrado a su padre.  
Comenzó de nuevo, haciendo algunos cambios y, mientras lo observaba, ella sabía que él era feliz. Aunque la música ya no era parte de su vida, siempre había sido parte de él y, repentinamente, ella se sintió culpable por quitarle eso. Regresando en el tiempo, recordaba estar enojada por el pensamiento de que él estaba intentando que ella tocara, pero, ¿realmente estaba tratando de hacer eso? ¿Realmente había sido sobre ella? ¿O él había tocado porque era un aspecto esencial de quién era?
Ella no estaba segura pero, observándolo, se sintió conmovida por lo que él había hecho. La manera seria en que él consideraba cada nota y con la rapidez que había hecho los cambios, hicieron que se diera cuenta de a cuánto había renunciado como resultado de su demanda inmadura. Mientras tocaba, él tosió una vez, luego otra vez, antes de detener la canción, tosió muchas veces más, el sonido grueso y mucoso, y cuando siguió debatiendo, ella corrió hacia él.
— ¿Papá? — Ella chilló — ¿Estás bien?
Él miró hacia arriba y, por alguna razón, la tos comenzó a disminuir. Para cuando ella se sentó junto a él, sólo estaba respirando con dificultad.
— Estoy bien. — Dijo con una voz débil — Hay tanto polvo aquí... me llega después de un tiempo. Sucede todo el tiempo.
Ella lo miró, pensando que parecía un poco pálido. — ¿Estás seguro?
— Sí, estoy seguro. — Le dio una palmadita en su mano — ¿Qué estás haciendo aquí?
— Jonah me dijo que estabas aquí.
— Creo que me pillaste, ¿huh?
Agitó su mano. — Está bien, papá. Es un don, ¿verdad? — Cuando él no respondió, ella señaló el teclado recordando todas las canciones que habían escrito juntos — ¿Qué era lo que estabas tocando? ¿Estás escribiendo una nueva canción?
— Oh, eso. — Dijo él — ‚Tratando de escribir‛ creo que lo define mejor. Es sólo algo en lo que he estado trabajando. No es gran cosa.
— Era buena…  
— No, no lo era. No sé que está mal con ella. Podrías... siempre fuiste mejor que yo componiendo... pero no consigo que suene bien. Es como si estuviera haciéndolo al revés.
— Era buena. — Ella insistió — Y era… m{s moderno que lo que normalmente tocas.
Sonrió.
— Te diste cuenta, ¿huh? No lo veo de esa forma. Para ser honesto, no sé qué es lo que me pasa.
— Tal vez has estado escuchando demasiado tiempo mi iPod.
Sonrió. — No, te puedo asegurar que no lo he hecho.
Ella miró alrededor.
— Entonces, ¿cuándo estará terminada la iglesia?
— No lo sé. Creo que te dije que el seguro no cubre todo el daño... está atascado durante un tiempo.
— ¿Qué hay de la ventana?
— Todavía voy a terminarla. — Señaló a una abertura en la pared detrás de él — Ahí es donde irá, incluso si tengo que instalarla yo mismo.
— ¿Sabes cómo hacer eso? — Ronnie preguntó insegura.
— Aún no.
Ella sonrió. — ¿Por qué hay un piano aquí si la iglesia no está terminada? ¿No les preocupa que lo vayan a robar?
— No se suponía que se entregara hasta que la iglesia estuviera terminada y, técnicamente, se supone que no debería estar aquí. El Pastor Harris está esperando a que alguien lo quiera guardar, pero todavía no hay nadie, no es tan fácil como suena.
— Se dio la vuelta para echar un vistazo en el marco de la puerta y se sorprendió de que ya fuera de noche — ¿Qué hora es?
— Un poco más de las nueve.  
— Oh, Dios. — Dijo él comenzando a levantarse — No me di cuenta del tiempo. Se supone que voy a acampar con Jonah esta noche. Y probablemente debería llevarle algo para comer.
— Ya me ocupé de eso.
Él sonrió, pero mientras tomaba su hoja de música y apagaba la luz de la iglesia, ella fue golpeada por lo cansado y frágil que se veía.  

0 personas comentaron esta nota:

Publicar un comentario

Share

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More