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Capitulo 26 Ronnie


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Después de que su padre y Jonah se fuesen a pasar el día fuera, Ronnie fue a buscar a Blaze, esperando encontrarla antes de irse al acuario. Supuso que no tenía nada que perder. Lo peor que podía pasar era que Blaze le gritara o la rechazara, lo que la dejaría en la misma posición en la que se encontraba ahora. No esperaba que Blaze cambiara de repente de opinión, e intentaba no tener muchas esperanzas, pero era difícil no tenerlas. Will tenía razón: Blaze no se parecía en nada a Marcus, que no era consciente de sus actos, y ella se tenía que sentir un poco culpable, ¿verdad?
No tardó mucho en encontrarla. Blaze estaba sentada en una duna cerca del muelle, observando a los surfistas. No dijo nada cuando Ronnie se acercó.
Ronnie no sabía ni por dónde empezar, por lo que empezó con lo obvio.
— Hola, Blaze — dijo.
Blaze no dijo nada, y Ronnie intentó serenarse antes de continuar.
— Sé que probablemente no quieras hablar conmigo…
— Pareces un huevo de pascua.
Ronnie miró la ropa que tenía que llevar en el acuario: una camiseta turquesa con el logo del acuario y unos shorts blancos con zapatos del mismo color.
— He intentado que cambien el uniforme por uno negro, pero no quieren.
— Mala cosa. El negro es tu color — dijo Blaze con un asomo de sonrisa —. ¿Qué quieres?
Ronnie suspiró. — No quería conquistar a Marcus esa noche. Él vino hacia mí y no sé por qué dijo lo que dijo, a no ser que quisiera ponerte celosa. Estoy segura de que no  
me crees, pero quiero que sepas que yo nunca te haría algo así. No soy ese tipo de persona. — Lo había dicho deprisa, pero finalmente lo había dicho.
Blaze no respondió, pero finalmente dijo: — Lo sé.
No era la respuesta que Ronnie esperaba. — ¿Entonces porqué pusiste esas cosas en mi bolsa? — soltó de golpe.
Blaze la miró entrecerrando los ojos. — Estaba enfadada contigo, porque es obvio que le gustas.
Ronnie se cayó una respuesta que habría supuesto el final de la conversación, dándole a Blaze la oportunidad de continuar. Blaze se centró en los surfistas otra vez. — Has estado mucho tiempo con Will este verano.
— Me dijo que erais amigos.
— Sí, lo éramos — dijo —. Hace mucho tiempo. Es buena persona. Eres afortunada. — Se sacudió las manos en los vaqueros —. Mi madre se va a casar con su novio. Después de que me lo dijera, tuvimos una gran pelea y me echó de la casa. Cambió los cerrojos y todo.
— Lamento escuchar eso — dijo Ronnie, sintiéndolo realmente.
— Sobreviviré.
Su comentario le hizo pensar en las similitudes de sus vidas: divorcio, furia, rebelión, el nuevo matrimonio de uno de sus padres... pero, a pesar de esas cosas, no eran iguales. Blaze había cambiado desde el comienzo del verano. Perdió el entusiasmo que Blaze tenía cuando se conocieron por primera vez, y parecía mayor, como si hubieran pasado años en vez de semanas. Pero no era bueno. Tenía bolsas bajo los ojos y su piel tenía un aspecto cetrino. También había perdido peso, bastante peso. De forma extraña, parecía como si Ronnie estuviese viendo la persona en la que ella se podría haber convertido, y no le gustó lo que vio.
— Lo que me hiciste estuvo mal — dijo Ronnie —. Pero aún puedes hacerlo bien.
Blaze sacudió despacio la cabeza. — Marcus no me dejará. Ha dicho que no me volverá a hablar.
Al escuchar el tono de robot en su voz, Ronnie quiso sacudirla. Blaze parecía saber lo que Ronnie estaba pensando, y suspiró antes de continuar.  
— No tengo ningún otro sitio al que ir. Mi madre llamó a mis parientes y les dijo que no me acogiesen. Les dijo que era duro para ella, pero que lo que yo necesitaba ahora mismo era ‚reflexionar sobre el amor‛. Pero no tengo dinero para comer, y a menos que quiera dormir en la playa todas las noches por el resto de mi vida, tengo que hacer lo que Marcus me diga. Cuando se enfada conmigo no me deja que vaya a su casa. Y no me dará dinero por los shows que hacemos, por lo que tampoco puedo comer. A veces me trata como a un perro, y lo odio, ¿pero a quién más tengo?
— ¿Has intentado hablar con tu madre?
— ¿Para qué? Piensa que soy un caso perdido y me odia.
— Estoy segura de que no te odia.
— Tú no la conoces como yo.
Ronnie recordó la vez en la que visitó la casa de Blaze y vio el dinero metido en el sobre. No parecía la misma madre, pero Ronnie no quería decirlo. Durante el silencio, Blaze se levantó. Sus ropas estaban muy sucias y arrugadas, como si las hubiese llevado toda la semana, lo que era probable.
— Sé lo que quieres que haga — dijo Blaze —. Pero no puedo. Y no es porque no me caigas bien, porque no es así. Creo que eres agradable y no debería haberte hecho algo así, pero estoy tan atrapada como tú, y tampoco creo que Marcus haya acabado contigo aún.
Ronnie se puso tensa. — ¿Qué quieres decir?
Blaze se quedó quieta. — Ha estado hablando sobre ti otra vez. Y no como algo bueno. Si fuese tú, me alejaría de mí.
Antes de que Ronnie pudiese responder, Blaze empezó a alejarse.
— Hey, Blaze — la llamó.
Blaze se dio la vuelta lentamente.
— Si alguna vez necesitas algo para comer o un lugar donde quedarte, ya sabes donde vivo.  
Por un instante, Ronnie pensó ver gratitud en su rostro, y algo que le recordó a la inteligente y alegre chica que conoció por primera vez en junio.
— Y una cosa más — añadió —. Eso del fuego que haces con Marcus es una locura.
Blaze le dio una triste sonrisa. — ¿De verdad piensas que es peor que cualquier otra cosa de mi vida justo ahora?
A la tarde siguiente, Ronnie se paró delante de su armario, sabiendo que no tenía absolutamente nada que ponerse. Incluso si fuese a ir a la boda, algo de lo que aún no estaba segura, no tendría nada remotamente apropiado, a menos que fuese una boda con Ozzy Osbourne y su clan.
Pero esto era una boda formal de etiqueta: se requerían esmóquines y vestidos para los invitados, no sólo para la fiesta. Nunca había imaginado que iría a algo parecido cuando hizo la maleta antes de irse de New York. Ni siquiera había traído el par de sandalias negras que su madre le había regalado para navidad, dado a que seguían aún en la caja.
De verdad que no entendía por qué Will quería que fuese. Incluso si encontraba alguna manera de ir presentable, no tendría con quién hablar. Will estaría en la celebración de la boda, lo que significaba toneladas de fotos, mientras ella estaba en la recepción, además, él se sentaría en la mesa principal, por lo que no estarían juntos ni para comer. Probablemente ella terminara sentada en la mesa con el gobernador o el senador o algunos parientes que habían viajado en un jet privado… tendrían una charla incómoda. Eso añadido al hecho de que Susan la odiaba, hacía que ir fuese una mala idea. Una muy mala idea. Horrible desde todos los puntos de vista.
Por otro lado…
¿Cuándo volvería a ser invitada a una boda como esa? Supuestamente, la casa había sufrido una gran transformación en el último par de semanas: Una nueva cubierta tapaba la piscina temporalmente, carpas habían sido levantadas, cientos de miles de flores habían sido plantadas, y no sólo las luces habían sido alquiladas de uno de los estudios de grabación de Wilmington, sino que un equipo había ido y lo había preparado todo. El catering, todo desde caviar hasta champagne Cristal, lo suministraban tres restaurantes diferentes de Wilmington, y toda la operación era supervisada por un chef que conocía Susan de Boston, que supuestamente fue considerado una vez como el chef principal para servir en la Casa Blanca. Era completamente excesivo, algo que ciertamente ella jamás hubiera considerado para su propia boda, algo en una playa de México con unas doce personas como únicos  
invitados era más su estilo, pero supuso que eso era parte del atractivo para asistir. Ella nunca había ido a ninguna otra boda en toda su vida.
Suponiendo, por supuesto, que encontrase algo para ponerse. Honestamente, no sabía ni por qué estaba buscando en su armario. No podía mover una varita mágica y convertir un par de vaqueros en un vestido o pretender que su pelo hará que la gente la vuelva a mirar para observar una de sus camisetas. El único atuendo pasable que poseía, el único que quizá Susan no encontrara repugnante si simplemente paraba en su camino hacia el altar, era el traje que llevó al acuario y que la hacía parecer un huevo de pascua.
— ¿Qué estás haciendo?
Jonah estaba en la puerta, mirándola fijamente.
— Necesito encontrar algo que llevar — dijo.
— ¿Vas a salir?
— No. Quiero decir, algo para llevar a la boda.
Él movió la cabeza con sorpresa. — ¿Te vas a casar?
— Por supuesto que no. La hermana de Will es la que se casa.
— ¿Cómo se llama?
— Megan
— ¿Es simpática?
Ronnie sacudió la cabeza. — No lo sé. Nunca la he visto.
— ¿Entonces por qué quieres ir?
— Porque Will me lo pidió. Así es como funciona — le explicó —. Puede llevar un invitado a la boda. Se supone que yo soy ese invitado.
— Oh — dijo —. ¿Qué es lo que vas a llevar?
— Nada. No tengo nada que ponerme  
Jonah agachó la cabeza. — Lo que llevas es bonito
El traje del huevo de pascua. Imagínate.
Echó un vistazo a su falda. — No puedo llevar esto. Es una boda formal. Se supone que debo ir de etiqueta.
— ¿Tienes algo así?
— No
— ¿Entonces porqué sigues ahí?
Cierto, pensó cerrando la puerta del armario y tirándose encima de la cama.
— Tienes razón — dijo —. No puedo ir. Es tan simple como eso.
— ¿Quieres ir? — preguntó Jonah con curiosidad.
En un instante, sus pensamientos pasaron por ‚Absolutamente no‛ a ‚Bueno‛ y finalmente a ‚Sí, por supuesto‛. Cruzó las piernas por debajo de ella. — Will quiere que vaya. Es importante para él. Y sería algo digno de ver.
— ¿Entonces por qué no te compras un vestido?
— Porque no tengo dinero.
— Oh — dijo Jonah —. Eso es fácil de arreglar. — Fue hacia la colección de juguetes que tenía en una esquina. Al fondo, había la maqueta de un avión; lo cogió y se lo llevó, desenroscando el morro. Mientras esparcía el contenido por la cama, la mandíbula de Ronnie llegó al suelo al ver la cantidad de dinero que tenía acumulada. Al menos tenía que haber unos cuantos cientos de dólares.
— Es mi banco — dijo tocándose la nariz —. He estado ahorrando durante un tiempo.
— ¿De dónde has sacado todo esto?
Jonah señaló un billete de diez dólares. — Ése fue por no contarle a papá que te había visto aquella noche en carnavales. — Señaló a uno de un dólar —. Ése fue por no decirle a papá que te estabas viendo con Will. — Continuó señalando a varios billetes  
—. Éste fue del chico del pelo azul, y este del póker del mentiroso. Este otro fue de aquella vez en la que te escapaste después del toque de queda...
— Ya lo pillo — dijo ella, pero aún así… parpadeó —. ¿Has ahorrado todo esto?
— ¿Qué otra cosa se supone que debería haber hecho con el dinero? — contestó —. Mamá y papá me compran todo lo que necesito. Todo lo que tengo que hacer es pedírselo durante el tiempo necesario. Es bastante fácil conseguir lo que quiero. Simplemente tienes que saber cómo hacerlo. Mamá necesita que llore, pero papá necesita que le explique por qué lo merezco.
Ronnie sonrió. Su hermano, chantajista/psicólogo. Impresionante.
— Por eso no lo necesito. Y me gusta Will. Te hace feliz.
Sí, pensó Ronnie, lo hacía.
— Eres bastante bueno, hermanito, ¿lo sabías?
— Sí, lo sé. Te lo puedes quedar todo, con una condición.
Aquí llegaba, pensó. — ¿Sí?
— No voy a volver a ir de compras contigo. Es aburrido.
No tardó mucho en tomar una decisión. — Trato hecho.
Ronnie se miró fijamente en el espejo, casi incapaz de reconocerse a sí misma. Era la mañana de la boda, y había pasado los últimos cuatro días probándose cada vestido de la ciudad, caminando ida y vuelta en varios pares de zapatos nuevos y sentándose durante horas en la peluquería.
Había tardado aproximadamente una hora en rizarse el pelo y darse volumen como la chica de la peluquería le había enseñado. Cuando Ronnie se sentó en la silla, también había pedido consejos sobre maquillaje, y la chica le había dado sugerencias que siguió cuidadosamente. El vestido, no había mucho de donde elegir a pesar de la cantidad de tiendas que había visitado, tenía un profundo escote en V y lentejuelas negras, algo que jamás habría imaginado llevar. La noche antes se había limado y pintado las uñas, tomándose su tiempo, contenta de no haberse manchado con el pintauñas.  
— No te conozco — le dijo Ronnie a su reflejo, girándose de un lado y del otro. Nunca antes te había visto. Se tiró del vestido, ajustándolo ligeramente. Lucía bastante bien, tenía que admitirlo. Sonrió. Definitivamente bastante bien para la boda.
Se puso los zapatos de camino a la puerta y se dirigió por el pasillo hacia el salón. Su padre estaba leyendo la Biblia otra vez, y Jonah estaba viendo los dibujos como siempre. Cuando su padre y su hermano la miraron, ambos se quedaron boquiabiertos.
— Santa mierda — dijo Jonah.
Su padre se giró para mirarle. — No deberías decir esa palabra.
— ¿Qué palabra?
— Tú sabes la palabra a la que me refiero.
— Lo siento, papá. — Dijo con resignación —. Quiero decir, bendita mierda — intentó otra vez.
Ronnie y su padre se rieron, y Jonah miró de uno al otro. — ¿Qué?
— Nada — dijo su padre. Jonah se acercó para inspeccionarla más detenidamente.
— ¿Qué le ha pasado al morado de tu pelo? — preguntó —. Se ha ido.
Ronnie se movió los rizos. — Temporalmente — dijo —. ¿Está bien?
Antes de que su padre pudiese contestar, Jonah soltó: — Vuelves a ser normal, pero no pareces mi hermana.
— Estás fantástica — dijo su padre rápidamente.
Sorprendiéndose a sí misma, Ronnie soltó un suspiro de alivio. — ¿El vestido está bien?
— Es perfecto — contestó su padre.
— ¿Y mis zapatos? No estoy segura de que hagan juego con el vestido.
— Están bien.  
— He intentado hacerme el maquillaje y las uñas…
Antes de poder siquiera terminar, su padre sacudió la cabeza. — Nunca antes has estado más hermosa — dijo — De hecho, no sé si hay alguien más hermosa que tú en todo el mundo.
Había dicho lo mismo antes cientos de veces. — Papá...
— Lo dice de verdad — interrumpió Jonah —. Estás increíble. Estoy siendo honesto. Casi no te reconocía.
Le frunció el ceño fingiendo indignación. — ¿Así que no te gusto como voy siempre?
Cuando Ronnie rió, vio a su padre sonriéndola.
— Wow — era todo lo que podía decir.
Media hora después, caminaba a través de las puertas del estado de Blakelee con el corazón a mil por hora.
Acababan de pasar por los oficiales que patrullaban la calle para ver sus invitaciones y ahora paraban ante un hombre con traje que quería aparcarles el coche. Su padre intentó explicarle calmadamente que simplemente la iba a dejar, pero su respuesta les dejó sin palabras a los tres... no entendía el hecho de que un invitado a la boda no poseyese su propio coche.
Y las mejoras…
Ronnie tenía que admitir que el lugar era tan espectacular como un plató de rodaje. Había flores por todas partes, los arbustos estaban podados perfectamente, e incluso la pared de ladrillo que rodeaba la propiedad había sido pintada recientemente.
Cuando por fin consiguieron llegar hasta la rotonda central, su padre miró la casa, que había crecido a lo largo en el jardín frontal. Lentamente, su padre se giró para mirarla. Ronnie no estaba acostumbrada a ver a su padre sorprendido, pero esta vez lo estaba, podía escuchar la sorpresa en su voz.
— ¿Ésta es la casa de Will?
— Sí, lo es — dijo. Sabía lo que su padre iba a decir: es enorme, o que no se había dado cuenta de lo rica que era su familia o que si ella se sentía cómoda en ese lugar. En vez de eso, la sonrió sin un ápice de timidez.  
— Es un lugar precioso para una boda.
Condujo con cuidado, sin llamar la atención al viejo coche que llevaban, gracias a Dios. De hecho, era el coche del Padre Harris, un viejo Toyota sedán de estilo cuadriculado que salió del mercado tan pronto como entró en la década de ; pero funcionaba, y ahora mismo era suficiente. Los pies de Ronnie ya le dolían. El cómo algunas mujeres llevaban zapatos de tacón todo el día era algo que no lograba entender. Incluso cuando estaba sentada, parecían instrumentos de tortura. Debería haberse envuelto los pies en tiritas. Su vestido, obviamente, no había sido diseñado para llevarlo estando sentada: se estaba arrugando en las costillas, impidiéndole respirar. O quizá estaba demasiado nerviosa como para respirar.
Su padre condujo por la rotonda con los ojos fijos en la casa, justo como los suyos lo estaban la primera vez que la vio. Aunque debería haberse acostumbrado ya, el lugar aún le parecía impresionante. Incluso los invitados, ella jamás había visto tantos esmóquines y vestidos de gala en toda su vida, la hacían sentir fuera de lugar. Ella no pertenecía a ese lugar.
Un poco más arriba, había un hombre con traje señalando a los coches, y antes de que se diera cuenta, era su turno para bajar. Cuando el hombre le abrió la puerta y le ofreció una mano para ayudarla a salir, su padre le puso una mano en la pierna.
— Puedes hacerlo — sonrió —. Diviértete.
— Gracias, papá.
Se miró por última vez en el espejo antes de salir del coche. Una vez que estuvo fuera, se ajustó el vestido, pensando que era más fácil respirar ahora que estaba de pié. Las rejas del porche estaban decoradas con lilas y tulipanes, y mientras subía las escaleras hacia la puerta, ésta se abrió repentinamente.
En el esmoquin, Will no se parecía a uno de esos jugadores sin camiseta de volleyball, como cuando le vio por primera vez, o al confiado chico del sur que la llevó a pescar; de alguna manera, era como mirar al sofisticado hombre en que se convertiría algún día. De alguna manera, Ronnie no había esperado que pareciese tan… refinado, y estaba a punto de gastarle una broma cuando se dio cuenta de que ni siquiera le había dicho hola.
Durante mucho tiempo, lo único que él podía hacer era mirarla. Durante el extenso silencio, las mariposas en el estómago de Ronnie se sintieron como pájaros, y en lo único en lo que podía pensar era en si habría hecho algo mal. Quizá había llegado  
demasiado pronto, y quizá se había excedido con el maquillaje o el vestido. No estaba segura de qué pensar y empezaba a imaginar lo peor cuando finalmente Will sonrió.
— Est{s… increíble — dijo, y con esas palabras, Ronnie se relajó. Bueno, un poquito. Aún no había visto a Susan, y hasta entonces seguiría dentro del bosque. Aún así, estaba encantada con el hecho de que a Will le gustase lo que veía.
— ¿No piensas que es demasiado? — Le preguntó.
Will se puso delante de ella y colocó las manos en sus caderas. — Definitivamente no.
— ¿Pero tampoco poco, verdad?
— Simplemente bien — susurró.
Se puso de puntillas y le ajustó la pajarita para luego rodearle el cuello con sus brazos. — Debo admitir que no pareces ni la mitad de malo.
No fue tan mal como pensó que iría. Al parecer, ya se habían sacado la mayoría de las fotos con la novia antes de que los invitados llegasen, así que Will estaba disponible para pasar algo de tiempo con ella antes de la ceremonia. La mayor parte del tiempo pasearon alrededor del jardín, y Ronnie se quedó embobada con los adornos que le habían puesto. Will no había estado bromeando: la parte de atrás de la casa había sido remodelada completamente, y la piscina había sido tapada temporalmente con una cubierta. Cientos de sillas blancas estaban en fila alrededor del pasillo donde Megan y su prometido intercambiarían los botos.
Nuevos caminos habían sido construidos en el césped, facilitando el acceso a las docenas de mesas donde comerían bajo la masiva sombra de la carpa blanca.
Había cinco o seis intrincadas esculturas de hielo suficientemente grandes como para aguantar varias horas, pero lo que realmente atrajo la atención de Ronnie fueron las flores: el suelo era un brillante mar de gladiolos y lilas.
Había mucha más gente de la que esperaba. Aparte de Will, los únicos invitados a los que conocía eran Scott, Ashley y Cassie, y ninguno de ellos parecía particularmente alegre de verla.
Aunque eso no importaba mucho. Una vez que la gente se hubo sentado, todo el mundo, excepto Will, estaba centrado en la inminente aparición de Megan. Will parecía contento con mirar a Ronnie desde su asiento cerca del altar.  
Quería pasar lo más desapercibida posible, por lo que eligió un asiento en la tercera fila empezando por atrás, y lo más lejos del camino que tenía que recorrer la novia. Hasta ahora no había visto a Susan, que probablemente estuviese revoloteando alrededor de Megan, y rezaba para que no la viera hasta después de la ceremonia. Si tenía suerte, Susan tampoco se daría cuenta de su presencia, pero eso era poco probable, ya que pasaría la mayor parte del tiempo con Will.
— Perdona — le escuchó decir a alguien. Al mirar hacia arriba, vio a un hombre mayor con su mujer intentando pasar a los dos últimos asientos de la fila.
— Será más fácil si me muevo — ofreció.
— ¿Estás segura?
— No hay problema — dijo moviéndose al último asiento vacío. El hombre le era vagamente familiar, pero lo único que le venía a la cabeza, la única posible conexión era el acuario, y eso no tenía sentido.
Antes de que pudiese pensar más, un cuarteto empezó a tocar la Marcha Nupcial. Miró por encima del hombro hacia la casa y a la gente a su alrededor. Escuchó un audible jadeo cuando Megan apareció al inicio de las escaleras. Cuando empezó a bajar hacia su padre que la esperaba al final, Ronnie pensó que era la novia más deslumbrante que jamás había visto.
Cautivada por la visión de la hermana de Will, no se dio cuenta que el hombre que tenía al lado parecía más interesado en mirarla a ella que a Megan.
La ceremonia fue elegante y sorprendentemente íntima. El cura leyó el segundo libro de los Corintios, y después Megan y Daniel recitaron los votos que habían escrito juntos. Se prometieron paciencia cuando era fácil ser impaciente, franqueza cuando era fácil mentir, y, a su manera, cada uno reconoció que el verdadero compromiso sería probado con el paso del tiempo.
Mientras Ronnie les miraba intercambiar los anillos, se dio cuenta de por qué habían celebrado una boda al aire libre. Era menos tradicional que las bodas en las iglesias a las que había ido, pero aún así formal, y el lugar era perfecto.
También supo que Will tenía razón: le iba a gustar Megan. En las bodas en las que había estado, siempre había tenido la sensación de que las novias estaban actuando, y más de una vez, había visto a las novias deprimirse si algo se salía del guión. Megan por otro lado, parecía disfrutarlo en sobremanera. Mientras su padre la conducía hacia  
el altar, le había guiñado el ojo a varios amigos y se paró para darle un abrazo a su abuela. Cuando el portador de los anillos, un niño pequeño y mono en un pequeño esmoquin, paró a mitad del camino y se arrastró hacia las rodillas de su madre, Megan empezó a reír, disminuyendo así la tensión.
Después de eso, Megan estaba menos interesada en sacarse fotos dignas de una revista de novias que en estar con sus invitados. Ronnie pensó que estaba muy segura de si misma, o que no tenía ni la más remota idea del estrés que había sufrido su madre para que todos los detalles de la boda fueran perfectos. Incluso desde la distancia, Ronnie pudo adivinar que nada estaba yendo como Susan había planeado.
— Me debes un baile — le susurró la voz de Will.
Al girarse, quedó deslumbrada de nuevo ante lo atractivo que estaba. — No creo que eso fuese parte del trato — dijo —. Dijiste que sólo querías que viniese a la boda.
— ¿Qué? ¿No quieres bailar conmigo?
— No hay música.
— Me refería a después.
— Oh — dijo —. Bueno, en ese caso, quizá lo considere. Pero, ¿no deberías estar posando para las fotos?
— He estado haciendo eso durante horas. Necesito un descanso.
— ¿Te hace daño sonreír demasiado?
— Algo parecido. Oh, se supone que te tengo que decir que vas a comer en la mesa dieciséis con Scott, Ashley y Cassie.
Bomba. — Genial — dijo.
Will rió. — No será tan malo como piensas. Se comportarán lo mejor posible. O si no mi madre probablemente les corte la cabeza.
Era el turno de Ronnie para reír. — Dile a tu madre que hizo un trabajo maravilloso al organizar todo esto. Es precioso.  
— Lo haré — dijo. La continuó mirando hasta que escucharon su nombre. Cuando se giraron, Ronnie pensó que Megan distraía a Will. — Tengo que volver — dijo —. Pero te encontraré en la cena. Y no olvides nuestro baile.
Era extremadamente apuesto, pensó de nuevo. — Te debo prevenir de que ya me duelen los pies.
Se puso una mano en el corazón. — Prometo no reírme de ti si cojeas.
— Vaya, gracias
Se acercó y la besó. — ¿Te he dicho ya lo hermosa que estás esta noche?
Ronnie sonrió, saboreando el sabor de sus labios. — No en los últimos veinte minutos. Pero será mejor que te vayas. Te necesitan en alguna parte, y no quiero meterme en problemas.
La volvió a besar antes de ir con el resto de los invitados. Sintió un golpe de alegría, se giró y se encontró con el hombre mayor que se había sentado a su lado durante la ceremonia, el cual la miraba de nuevo.
En la cena, Scott y Ashley no la incluyeron en la conversación, pero descubrió que no le importaba. No estaba de humor para hablar con ellos, y tampoco tenía hambre. De hecho, después de mordisquear unos cuantos bocados, se disculpó y se fue hacia la galería. El porche le daba una vista panorámica de la fiesta, que era incluso más encantadora en la oscuridad. Bajo el plateado hechizo de la luna, las carpas parecían estar brillando. Podía escuchar trozos de conversaciones por encima de la música de la banda que estaba tocando, y se encontró pensando en lo que estaría haciendo en ese momento si se encontrase en su casa de New York.
Mientras pasaba el verano, había hablado cada vez menos con Kayla. Aunque la seguía considerando una amiga, se dio cuenta de que no echaba de menos el mundo que había dejado atrás. No había pensado en ir a una discoteca en semanas, y cuando Kayla le habló del último chico que había conocido, Ronnie se encontró pensando en Will. Sabía que el chico en el que se habría fijado Kayla no se parecería en nada a Will.
No le había hablado mucho a Kayla de Will. Kayla sabía que se seguían viendo, pero cada vez que le mencionaba a Kayla las cosas que habían hecho: pescar, ensuciarse o caminar por la playa, Ronnie tenía la sensación de que Kayla no le prestaba atención.  
Kayla no era capaz de asimilar el hecho de que Ronnie era feliz con el simple hecho de estar con Will, y Ronnie no podía evitar preguntarse cómo estaría su amistad cuando volviese a New York. Sabía que había cambiado en las semanas que había pasado aquí, mientras que Kayla, al parecer, no había cambiado en nada. Ronnie se dio cuenta de que ya no le interesaba la idea de ir a discotecas. Pensando en el pasado, se preguntó por qué había estado tan interesada en ir en primer lugar, la música era alta, y todo el mundo iba a su bola. Y si todo era tan fantástico, ¿por qué todo el mundo bebía o se drogaba con la esperanza de mejorar la experiencia? No tenía sentido, pero mientras el océano sonaba en la distancia, se dio cuenta de que nunca lo había tenido.
También quería una mejor relación con su madre. Al final, su padre le había enseñado que los padres podían ser buenos. Aunque no tenía muchas ilusiones de que su madre confiara en ella como lo hacía él, sabía que la tensión había cortado la relación por ambas partes.
Quizás si intentaba hablar con su madre de la misma manera que lo hacía con su padre, las cosas mejorarían entre ellas.
Era extraño lo que podía hacerle a una persona el hecho de ser forzado a tomarse las cosas con calma.
— Va a terminar, ¿lo sabes? — dijo una voz detrás de ella.
Absorta en sus pensamientos, no había oído a Ashley aproximarse, pero había reconocido su voz.
— ¿Perdona? — cautelosamente, se giró para encontrarse con la rubia.
— Quiero decir, me alegra que Will te haya invitado a la boda. Deberías divertirte porque no va a durar. Will se irá en un par de semanas. ¿Habías pensado en eso?
Ronnie lo valoró. — No creo que sea nada de tu incumbencia.
— Incluso si hacéis planes para veros, ¿de verdad piensas que la madre de Will va a aceptarte? — continuó Ashley —. Megan ha estado comprometida dos veces antes de esta, y su madre lo desechó. Y va a hacer lo mismo contigo, te guste o no. Pero incluso si no lo hiciera, tú te vas y él también, por eso no va a durar.
Ronnie se tensó, odiando a Ashley por darle voz a sus más oscuros pensamientos. Aún así, se estaba cansando de esta chica y estaba a punto de alcanzar su límite.  
— Hey, Ashley — le dijo acercándose a ella —. Te voy a decir algo, ¿vale? Y quiero que prestes atención y voy a ser muy clara. — Tomó otro paso adelante hasta que sus caras casi se tocaban —. Estoy cansada de escuchar toda tu mierda, a si que si intentas volver a hablarme, voy a sacarte esos blancos dientes de la boca de un puñetazo. ¿Me has entendido?
Algo en su cara debió convencer a Ashley de que Ronnie iba en serio, porque se dio la vuelta sin decir otra palabra y se refugió en la seguridad de la carpa.
Después, en el puerto, Ronnie estaba contenta de haber callado a Ashley, pero las rencorosas palabras de la rubita aún seguían en su mente. Will se iría a Vanderbilt en dos semanas, y ella se iría una semana después. Ronnie no estaba segura de lo que les pasaría, aparte de la verdad: las cosas iban a cambiar.
¿Cómo no podrían hacerlo? Su relación se había formado al verse todos los días e intentarlo, pensó, y no se podía imaginar cómo sería comunicándose por teléfono o por mensajes. Sabía que había otras opciones, usando la cámara del ordenador, por ejemplo, pero no tenía muchas ilusiones de que siguieran como hasta ahora.
Lo que significaba… ¿Qué?
Detrás de ella, la gente bailaba. Se habían llevado las sillas de en medio para crear una pista de baile, y desde su punto de vista desde el puerto, había visto a Will bailar al menos dos veces con la niña de las flores de seis años, y también con su hermana, lo que la hizo sonreír. Unos minutos después de su encuentro con Ashley, había visto a Megan y a Daniel cortar el pastel. La música empezó a sonar de nuevo cuando Tom bailó con Megan, y cuando ésta tiró el ramo, Ronnie estuvo segura de que los vecinos debían haber oído el grito de la joven que lo cogió.
— Aquí estás — dijo Will sacándola de su ensimismamiento. Él se acercaba por el camino que había detrás de ella —. Te he estado buscando por todas partes. Es hora de nuestro baile.
Ronnie le observó acortar la distancia que los separaba, intentando imaginar qué pensarían las chicas de su universidad si estuviesen ahora mismo en su lugar. Probablemente lo mismo que ella: WOW.
Will se acercó unos pasos hasta ella, y Ronnie se giró para verlo. Estudiar el movimiento del agua parecía más fácil que mirarle a la cara.  
Will la conocía lo suficiente como para saber que algo iba mal.
— ¿Qué pasa?
Cuando no le respondió, él gentilmente le quitó un mechón de pelo de la cara. —Cuéntamelo — murmuró.
Ronnie cerró los ojos fuertemente antes de mirarlo. — ¿A dónde llegamos con todo esto? Entre tú y yo.
Will frunció el ceño al concentrarse. — No estoy seguro de lo que quieres decir.
La sonrisa de Ronnie era melancólica. — Sí, lo estás — dijo, y en el momento en el que quitó la mano de su pelo, estuvo segura de que lo entendió —. No va a ser lo mismo.
— Eso no significa que tenga que terminar…
— Haces que parezca fácil.
— No es difícil ir desde Nashville a New York. Es un viaje de… ¿dos horas en avión? No es como si tuviese que ir andando.
— ¿Irías a verme? — Dijo Ronnie con voz trémula.
— Lo estaba planeando. Y esperaba que tú también fueses a verme a Nashville. Podríamos ir al Grand Ole Opry.
Ronnie rió a pesar del dolor que sentía interiormente.
Will puso los brazos alrededor de ella. — No sé a que ha venido esto tan de repente, pero estás equivocada. Quiero decir, sé que no va a ser lo mismo, pero eso no significa que no pueda ser mejor en otros aspectos. Mi hermana vive en New York, ¿recuerdas? Y no es como si el colegio durara todo el año. Hay vacaciones en otoño y primavera, y otra por Navidades, y luego el verano. Y como he dicho, es un viaje fácil si queremos hacerlo un fin de semana.
Ronnie se preguntó lo que pensarían sus padres sobre eso, pero no dijo nada.
— ¿Qué pasa? — Preguntó — ¿No quieres ni intentarlo?
— Por supuesto que quiero.  
— Entonces encontraremos una manera de que funcione ¿Ok? — dijo haciendo una pausa —. Quiero estar contigo tanto tiempo como sea posible, Ronnie. Eres inteligente, divertida y honesta. Confío en ti. Confío en nosotros. Si, me voy a ir y tú vas a volver a casa. Pero nada de eso cambia mis sentimientos hacia ti. Y mis sentimientos no van a cambiar simplemente porque me vaya a Vanderbilt. Te quiero más de lo que he querido jamás a alguien.
Sabía que estaba siendo sincero, pero una persistente voz en su cabeza le preguntó cuántos romances de verano sobrevivían. No muchos, y eso no tenía nada que ver con los sentimientos. La gente cambiaba. Los intereses cambiaban. Todo lo que tenía que hacer era mirarse en el espejo para saber eso.
Pero perderle le parecía imposible. Era al único que amaba, al único al que amaría siempre y, mientras siguiera besándola, ella se entregaría a él. Mientras siguiera abrazándola, ella levantaría los brazos y le rodearía el cuello en respuesta, sintiendo la fuerza de sus brazos. Sabía que él quería más de su relación de lo que ella estaba dispuesta a ofrecer, pero, aquí y ahora, de repente se dio cuenta de que no tenía elección. Sólo existía ese momento, y les pertenecía.
Cuando Will habló, su voz era tentadora y urgente. — ¿Quieres venir conmigo al barco de mi padre?
Ronnie sintió que estaba temblando, incapaz de saber si estaba preparada para lo siguiente. Al mismo tiempo, sintió una poderosa urgencia de seguir adelante. — Vale — susurró.
Will le apretó la mano, y ella tuvo la impresión de que él estaba tan nervioso como ella cuando la condujo hasta el barco. Sabía que aún podía cambiar de opinión, pero no quería parar. Quería que su primera vez significara algo, que fuese con alguien que le importara. Al acercarse al barco, distinguió vagamente lo que les rodeaba: el aire era frío, y por el rabillo del ojo podía ver a los invitados bailar. Al otro lado, vio a Susan hablando con el hombre mayor que la había estado observando antes, y de nuevo tuvo la sensación de que le conocía de alguna parte.
— Ha sido un discurso muy dulce, desearía haberlo grabado — dijo una voz arrastrando las palabras.
Will se estremeció. La voz provenía de la parte más alejada del puerto. Aunque se había ocultado en la oscuridad, Ronnie supo exactamente quién era. Blaze le había advertido de que algo parecido podría ocurrir. Marcus salió de detrás de un poste y encendió una antorcha.  
— Lo digo en serio, Richie Rich. De verdad que has conseguido quitarle los pantalones — dijo burlonamente —. Casi.
Will se adelantó un paso. — Vete de aquí.
Marcus movió la antorcha, girándola entre sus dedos. — ¿O qué? ¿Llamarás a la policía? Te conozco mejor que eso.
Will se tensó. Marcus había conseguido sacarle de los nervios, aunque ella no sabía por qué.
— Esto es una propiedad privada — dijo Will, pero no sonó tan seguro de si mismo como debería.
— Adoro esta parte del pueblo ¿tú no? Todos los presentes son típicos de un club de campo, y construyeron este bonito paseo que sigue el agua de una casa a otra. Me encanta venir aquí, ¿sabes? Para disfrutar de las vista, quiero decir.
— Esta es la boda de mi hermana — bufó Will.
— Siempre he pensado que tu hermana es muy hermosa — dijo Marcus —. Incluso le pedí salir una vez. Pero esa fulana me rechazó. ¿Puedes creerlo? — Dijo sin darle tiempo a Will para responder antes de girarse hacia la multitud —. Vi a Scott antes, actuando como si no tuviese nada que le preocupase en todo el mundo. Debes preguntarte por su conciencia ¿no? La tuya tampoco está limpia ¿verdad? Me apostaría a que ni siquiera le has dicho a tu mami que la putita de tu novia va a ir a la cárcel.
El cuerpo de Will estaba tan tenso como una cuerda.
— Apostaría a que el juez la encierra directamente ¿eh?
El juez…
De pronto, Ronnie supo por qué le había parecido tan familiar el hombre mayor… y ahora el juez estaba hablando con Susan…
Sintió como el aire se le quedaba atrapado en el pecho.
Oh… Dios…
Se dio cuenta en el mismo momento en el que Will le soltó la mano. Cuando cargó contra Marcus, éste tiró la antorcha hacia él y se fue del puerto hacia el camino. Se  
acercó por el césped hasta una esquina de la carpa, pero no se alejó mucho de Will. Rápidamente acortó la distancia, pero cuando Marcus miró sobre su hombro, Ronnie descubrió que eso era lo que quería que pasara.
Ronnie tuvo un segundo para preguntarse por qué antes de ver a Marcus cortar las cuerdas que soportaban la carpa…
— ¡No Will para! — gritó, pero ya era demasiado tarde.
Will se chocó contra Marcus, cogiéndolo de la ropa mientras las clavijas que sujetaban la carpa se saltaban del suelo. Ronnie vio con horror cómo la carpa empezaba a caerse.
La gente empezó a gritar, y escuchó el ruido que produjo una escultura de hielo al caerse y romperse mientras los invitados gritaban y se dispersaban. Will y Marcus seguían retorciéndose en el césped hasta que Marcus consiguió soltarse. En vez de seguir peleando, se escabulló entre la multitud y desapareció detrás de la casa de los vecinos.
En medio del desaguisado, Ronnie se preguntó si alguien se acordaría de la presencia de Marcus en la fiesta.
Ciertamente la recordaban a ella.
Sentada en el estudio, se sintió como si tuviese doce años. Todo lo que quería hacer era salir lo más rápido posible de la casa y llorar bajo las mantas en su casa.
Mientras escuchaba a Susan gritar desde la otra habitación, no podía dejar de pensar en la carpa cayendo.
— ¡Ha arruinado la boda de tu hermana!
— ¡No, no lo ha hecho! — le gritaba a su vez Will —. ¡Te dije lo que pasó!
— ¿Esperas que me crea que algún extraño entró en la fiesta y que tú intentaste detenerlo?
— ¡Eso es lo que sucedió!
No sabía por qué Will nunca mencionó el nombre de Marcus, pero de ninguna manera, lo iba a decir ella. Esperaba oír en cualquier momento el sonido de una silla al romper la ventana o ver a los dos saliendo del estudio para que Susan pudiera regañarla.  
— Will, por favor… incluso si tu historia es cierta, ¿por qué estaba aquí? ¡Todo el mundo sabe la seguridad que tenemos! Todos los jueces del pueblo estaban en la boda. ¡El sheriff estaba controlando la calle, por el amor de Dios! No me digas eso… por la expresión de tu cara sé que tengo razón… ¿Y qué hacías con esa chica en el barco de tu padre?
La manera en que dijo ‚esa chica‛ hizo que sonara como algo desagradable que Susan había pisado por el camino y que no se podía quitar del zapato.
— Mamá...
— ¡Para! ¡No intentes inventarte otra excusa! Era la boda de Megan, Will ¿no te das cuenta? ¡Su boda! Sabes lo importante que era esto para todos nosotros. ¡Sabes lo duro que hemos trabajado tu padre y yo para que todo estuviese preparado!
— Yo no tenía intención de que sucediera...
— No importa, Will — Ronnie escuchó un largo suspiro de Susan —. Sabías lo que pasaría si la traías aquí. Sabes que no es como nosotros…
— Ni si quiera le has dado una oportunidad...
— ¡El juez Chambers la reconoció! ¡Me dijo que va a juicio a final de mes por robar! ¡A si que, o no lo sabías y te ha estado mintiendo, o lo sabías y me has estado mintiendo a mí!
Hubo un tenso silencio, y a pesar de todo, se mantuvo en silencio para escuchar la respuesta de Will. Cuando habló, sonó derrotado.
— No te lo dije porque sabía que no lo entenderías.
— Will, cariño… ¿No entiendes que no es suficientemente buena para ti? Tienes todo tu futuro por delante, y lo último que necesitas en tu vida es alguien como ella. He estado esperando a que te dieses cuenta por ti mismo, pero obviamente eres demasiado involucrado emocionalmente como para ver lo obvio. No es suficientemente buena para ti. Es de clase baja. ¡Clase baja!
Cuando las voces se intensificaron, Ronnie se sintió psicológicamente enferma; era todo lo que podía hacer para no vomitar. Susan no tenía razón sobre todo, pero tenía razón en una cosa: Marcus había venido por su culpa. ¡Si hubiese confiado en su instinto y se hubiese quedado en casa! Ella no pertenecía a ese lugar.  
— ¿Estás bien? — le preguntó Tom. Estaba en la puerta con las llaves del coche.
— Lo siento mucho señor Blakelee — soltó de golpe — No tenía intención de causar problemas.
— Lo sé — dijo. A pesar de su tranquila respuesta, Ronnie supo que también debía estar disgustado. ¿Cómo no podría estarlo? Aunque no había nadie herido seriamente, dos invitados habían perdido el conocimiento y habían sido llevados al hospital. Él controlaba sus emociones, y Ronnie se lo agradecía. Si le hubiese levantado la voz, habría roto a llorar.
— ¿Quieres que te lleve a casa? Hay bastante caos ahí fuera. Quizá tu padre tenga problemas para llegar.
Ronnie asintió. — Sí, por favor — Se alisó el vestido al levantarse, esperando no vomitar antes de llegar a su casa —. ¿Le podrías decir a Will adiós de mi parte? ¿Y que no le volveré a ver?
Tom asintió. — Claro — dijo — Puedo hacer eso.
No vomitó ni lloró y tampoco dijo nada en lo que debió ser el viaje más largo en coche que había dado en su vida. Tom tampoco habló, pero eso no era exactamente algo imprevisto.
La casa estaba en silencio cuando llegó; las luces estaban apagadas, y Jonah y su padre estaban profundamente dormidos. Desde el pasillo, podía oír a su padre respirar profunda y pesadamente, como si hubiese tenido un duro día. Pero en todo en lo que podía pensar cuando se metió a la cama y empezó a llorar era en que ningún día podía ser más largo y duro que el que acababa de aguantar ella.
Sus ojos aún seguían hinchados e irritados cuando sintió a alguien despertándola. Entrecerrando los ojos, encontró a Jonah, que estaba sentado junto a ella en la cama.
— Tienes que levantarte.
Las imágenes de la noche anterior y las cosas que Susan había dicho aún seguían en su mente, haciendo que de repente se sintiese con ganas de vomitar.  
— No me quiero levantar.
— No tienes elección. Ha venido alguien.
— ¿Will?
— No — dijo —. Otra persona.
— Pregúntale a papá si puede arreglárselas solo — dijo mientras se tapaba la cabeza con las mantas.
— Lo haría, pero sigue durmiendo. Además, ha preguntado por ti.
— ¿Quién?
— No lo sé, pero te está esperando en la entrada. Y está buenísima.
Después de ponerse un par de vaqueros y una camiseta, Ronnie se dirigió cautelosamente al porche. No sabía a quién esperaba ver, pero desde luego no la esperaba a ella.
— Estás horrible — dijo Megan sin preámbulos.
Llevaba unos shorts y un top de combate, pero Jonah tenía razón: De cerca, estaba incluso más guapa que en la boda. Irradiaba una confianza en si misma que la hizo sentir muy pequeña.
— Siento mucho haberte arruinado la boda… — comenzó Ronnie.
Megan levantó una mano. — No arruinaste la boda — dijo con una sonrisa irónica —. Hiciste que la recepción fuese… memorable.
Con el comentario de Megan, Ronnie sintió lágrimas en los ojos.
— No llores — dijo Megan gentilmente —. No te echo la culpa de nada. Si alguien tiene la culpa, ese es Marcus.
Ronnie parpadeó.  
— Sí, sé lo que pasó. Will y yo hablamos cuando mi madre terminó de regañarlo. Creo que tengo todo bastante claro. A si que, como he dicho, no te echo la culpa. Marcus está loco. Siempre lo ha estado.
Ronnie tragó saliva. Aunque Megan estaba siendo muy considerada al perdonarla por todo lo sucedido, o muy comprensiva, sus sentimientos de mortificación no hicieron más que intensificarse.
— Umm… si no est{s aquí para gritarme, entonces ¿por qué has venido? — preguntó Ronnie.
— En parte porque hablé con Will. Pero la razón principal es que quería saber algo. Y quiero que me digas la verdad.
Ronnie sintió su estómago revuelto. — ¿Qué quieres saber?
— Quiero saber si quieres a mi hermano.
Ronnie no estaba segura de haber escuchado bien, pero la mirada de Megan era impasible. ¿Qué tenía que perder? Su relación estaba acabada. La distancia se encargaría de eso... si Susan no lo hacía primero.
Megan había pedido la verdad, y en muestra de su amabilidad, Ronnie supo que no tenía elección.
— Sí, le quiero.
— ¿No es sólo un tonteo de verano?
Ronnie negó con la cabeza firmemente. — Will y yo… — se calló, sin estar segura de lo que iba a decir, intentando decidir las palabras para describirlo.
Al estudiarle la cara, Megan lentamente comenzó a sonreír. — Ok — dijo — Te creo.
Ronnie frunció el ceño con consternación, y Megan rió. — He estado cerca y he visto esa mirada antes. Como esta mañana, al mirarme en el espejo. Yo me siento igual con Daniel, pero debo decir que es muy raro ver esa mirada en ti. Cuando yo tenía diecisiete, no creo que supiera siquiera lo que era el amor. Pero cuando está bien, está bien, y tú eso ya lo sabes.
Mientras Ronnie registraba sus palabras, decidió que Will no le había hecho justicia a su hermana al describirla. No era genial, era… bueno, mejor que eso. Era el tipo de  
persona que Ronnie quería ser en unos años, prácticamente de todas las maneras posibles. En cuestión de minutos, Megan se había convertido en su héroe.
— Gracias — murmuró, incapaz de pensar en una respuesta mejor.
— No me des las gracias. Esto no es por ti, es por mi hermano, y él sigue loco por ti — dijo con una sonrisa —. De todos modos, mi punto de vista es que si tú sigues enamorada de él, no deberías de preocuparte por lo que pasó en la recepción. Todo lo que hiciste es darle a mi madre una historia que contará durante el resto de su vida.
Créeme, pasará mucho hasta que se le olvide, pero lo hará. Siempre lo hace.
— No sé…
— Eso es porque no la conoces. Es muy dura, no me malinterpretes, y protectora, pero una vez que la conoces, no hay nadie mejor que ella en el mundo. Haría lo que fuera por las personas a las que quiere.
Sus palabras coincidían con la descripción de Will pero, hasta el momento, Ronnie no había visto esa parte de Susan.
— Deberías hablar con Will — dijo Megan, bajándose las gafas de sol a los ojos y preparándose para irse —. No te preocupes, no te sugiero que vayas a la casa. Además, no está allí.
— ¿Dónde está?
Megan indicó con la cabeza sobre su hombro al muelle. — Está en un torneo. El primer juego empieza en cuarenta minutos.
El torneo. Con todo lo que había pasado, se había olvidado del torneo.
— Estaba allí pero, cuando le dejé, estaba desconcentrado. Estaba muy deprimido. No creo que haya dormido algo en toda la noche. Especialmente después de lo que le dijiste a mi padre. Tienes que hacer las cosas bien — dijo con voz firme.
Megan estaba a punto de irse cuando se volvió a girar hacia Ronnie. — ¿Sabes qué? Daniel y yo hemos retrasado nuestra luna de miel un día para poder ver jugar a mi hermanito en el torneo. Sería genial si estuviese concentrado en el juego. Quizá le haya quitado importancia, pero ganar el torneo es importante para él.  
Después de ducharse y vestirse, Ronnie corrió hacia la playa. El área alrededor del muelle estaba abarrotada como su primera noche en el pueblo.
Había gradas temporales rodeando dos canchas levantadas en la parte más alejada del muelle, abarrotadas con al menos mil espectadores. Había incluso más gente a lo largo del muelle, lo que daba una buena vista del juego. La misma playa estaba tan llena que casi no pudo abrirse paso entre la multitud. No había posibilidades de que encontrase a Will a tiempo.
No había dudas de por qué ganar el torneo era tan importante.
Buscó entre la multitud, alcanzando a ver a los otros equipos, que lo único que conseguían era ponerla más frenética. Según podía ver, no había un área reservada para los jugadores, y se desesperó intentando localizarlo entre la multitud.
Faltaban sólo diez minutos para que empezara el partido, y estaba a punto de rendirse cuando le vio caminando junto a Scott con algunos paramédicos que los conducían hacia una furgoneta. Mientras Will se quitaba la camiseta, desapareció detrás de la furgoneta.
Se abrió paso entre la multitud, pidiendo apresuradas disculpas a la gente a la que empujaba. Le llevó menos de un minuto llegar al sitio donde le había visto por última vez, pero no había señales de él. Se movió hacia delante de nuevo, y esta vez creyó ver a Scott, era difícil distinguirlo entre el mar de chicos rubios. Justo cuando dejó escapar un suspiro de frustración, vio a Will a la sombra de las gradas, bebiendo de un bote de Gatorade.
Megan había acertado. Pudo ver por la posición de sus hombros que estaba exhausto, y no pudo ver signos de adrenalina antes del juego.
Esquivó a algunos espectadores más, dándoles con el codo al acercarse. Por un instante, vio sorpresa en su rostro, pero rápidamente se giró y Ronnie supo que su padre le había dado el mensaje.
Vio el dolor y la confusión en su reacción. Le habría explicado todo en ese momento, pero faltando escasos minutos para el comienzo del torneo, no tenían tiempo. Tan pronto como estuvo cerca, le rodeó con los brazos y le besó tan pasionalmente como pudo. Si estaba sorprendido, se recobró rápidamente y le devolvió el beso.  
Cuando se separaron finalmente, Will habló — Sobre lo que pasó ayer…
Ronnie negó con la cabeza, poniéndole un dedo sobre los labios. — Hablaremos sobre eso después, pero como sabes, no quería decir lo que le dije a tu padre. Te quiero. Y necesito que hagas algo por mí.
Cuando asintió con la cabeza a modo de pregunta, continuó.
— Juega como nunca antes habías jugado.  

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