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Capitulo 31 Ronnie


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Su padre estaba conectado a una intravenosa cuando él le contó. Ella inmediatamente comenzó a sacudir su cabeza. No era verdad. No podía ser verdad.
— No — ella dijo — esto no está bien. Los doctores cometen errores.
— No esta vez — él dijo, alcanzando su mano —. Y siento que hayas tenido que enterarte de esta manera.
Will y Jonah estaban en la planta baja en la cafetería. Su padre quería hablar con cada uno de sus hijos separadamente, pero de repente Ronnie no quería tener nada que ver con nada de eso. No quería que él dijera nada más, ni una sola palabra más.
Su mente destelló en una docena de imágenes diferentes: De repente ella sabía por qué su padre había querido que ella y Jonah vinieran a Carolina del Norte. Y ella entendió que su madre había sabido la verdad todo el tiempo. Con tan poco tiempo juntos, él no tenía ningún deseo de discutir con ella. Y su incesante trabajo en la ventana ahora tenía un perfecto sentido. Ella recordó su ataque de tos en la iglesia y las veces que se había contraído de dolor. En retrospectiva, las piezas cabían todas juntas. Aunque todo se estuviera desmoronando.
Él nunca la vería casada; él nunca tendría un nieto. El pensamiento de tener que vivir el resto de su vida sin él era demasiado para soportar.
No era justo. Nada de esto era justo para nada.
Cuando ella habló, sus palabras sonaban quebradizas. — ¿Cuándo ibas a decirme?
— No lo sé.
— ¿Antes de que me fuera? ¿O después de que hubiera vuelto a Nueva York?  
Cuando no contestó, ella podía sentir su sangre subiendo en sus mejillas. Ella sabía que no tendría que estar enojada, pero no podía evitarlo. — ¿Qué? ¿Planeabas decírmelo en el teléfono? ¿Qué ibas a decir? ‚Oh, lamento no haber mencionado esto cuando estuvimos juntos el verano pasado, pero tengo cáncer terminal. ¿Cómo esta todo contigo?‛
— Ronnie...
— Si no ibas a decírmelo, ¿por qué me trajiste aquí? ¿Así podía verte morir?
— No, cariño. Todo lo contrario. — Él giró su cabeza para mirarla —. Te pedí venir así podía verte vivir.
A su respuesta, ella sintió algo sacudirse suelto adentro, como los primeros guijarros deslizándose cuesta abajo antes de una avalancha. En el pasillo, ella escuchó dos enfermeras caminando, sus voces calladas. Las luces fluorescentes tarareaban sobre sus cabezas, emitiendo un manto azul sobre las paredes. La intravenosa goteaba consistentemente... escenas normales de cualquier hospital, pero no había nada normal sobre nada de esto. Su garganta se sentía tan gruesa y pegajosa como pasta, y ella se volvió la cara, disponiendo a que las lágrimas no vinieran.
— Lo lamento, cariño — él continuó —. Sé que te tendría que haber contado, pero quería un verano normal, y quería que tú tuvieras un verano normal. Tan solo quería conocer a mi hija de nuevo. ¿Puedes perdonarme?
Su súplica la hirió hasta lo más profundo, y soltó un llanto involuntario. Su padre estaba muriendo, y él quería su perdón. Había algo tan penoso en eso, y ella no sabía cómo responder. Mientras él esperaba, él es acercó y ella tomó su mano.
— Claro que te perdono — ella dijo, y fue entonces que empezó a llorar. Ella se inclino hacia él, apoyando su cabeza en su pecho, y se dio cuenta de cuan delgado se había vuelto sin que ella siquiera lo notara. Ella podía sentir el trazado filoso de los huesos en su pecho, y de pronto se dio cuenta de que él había estado consumiéndose por meses. El saber que ella no había estado prestando atención rompió su corazón; había estado tan atrapada en su propia vida que ni siquiera se había dado cuenta.
Cuando su padre puso su brazo alrededor de ella, ella comenzó a llorar más fuerte, consciente de que pronto este simple acto de afecto no sería más posible. A pesar de ella misma, ella recordó el día que había llegado a su casa y el enojo que había sentido hacia él; recordaba haberse ido enojada, el pensamiento de tocarlo era tan alienígeno para ella como un viaje espacial. Lo había odiado entonces, y ahora lo amaba.  
Ella estaba feliz de que finalmente sabía su secreto, aunque deseara que no lo supiera.
Ella lo sintió corriendo sus dedos por su cabello. Vendría un tiempo en el que él ya no podría hacer esto, cuando ya no estaría alrededor, y apretó los párpados, intentando bloquear el futuro. Ella necesitaba más tiempo con él. Necesitaba que él la escuchara mientras se quejaba; necesitaba que la perdonara cuando cometiera errores. Necesitaba que él la amara en la manera que lo había hecho este verano. Ella necesitaba todo eso para siempre, y sabía que no pasaría.
Ella permitió a su padre abrazarla y lloró como la niña que ya no era.
Más tarde, él contestó sus preguntas. Le contó sobre su padre y la historia de cáncer en su familia, le contó sobre los dolores que había empezado a sentir mientras el Año Nuevo llegaba. Le contó que la radiación no era una opción, porque la enfermedad estaba presente en tantos de sus órganos. Mientras hablaba las palabras, ella imaginaba las células malignas moviéndose de un lugar en su cuerpo al siguiente, un ejército merodeador de maldad que dejaba destrucción a su paso. Ella preguntó sobre quimioterapia, y nuevamente su respuesta era la misma. El cáncer era agresivo, y mientras que la quimioterapia puede ayudar a retrasar la enfermedad, no podía detenerla, y lo dejaría sintiéndose peor a que si no hubiera hecho nada. Él explicó el concepto de calidad de vida, y mientras lo hacía, ella lo odiaba por no haberle dicho antes. Aunque ella sabía que él había hecho la decisión correcta. De haber sabido, el verano probablemente se hubiera desarrollado diferente. Su relación hubiera tomado un curso diferente, y ella no quería pensar sobre lo que se hubiera vuelto.
Él estaba pálido, y ella supo que la morfina lo estaba haciendo soñoliento.
— ¿Todavía duele? — ella preguntó.
— No como antes. Está mejor — él le aseguró.
Ella asintió. Intentó de nuevo de no pensar en las células malignas invadiendo sus órganos.
— ¿Cuándo le contaste a mamá?
— En Febrero, justo luego de que me enteré. Pero le pedí que no te contara.
Ronnie intentó recordar cómo su madre había actuado en ese entonces. Ella tendría que haber estado triste, pero Ronnie no se podía acordar, o no había estado prestando atención. Como lo usual, ella había estado pensando tan solo en ella misma. Ella quería  
creer que era diferente ahora, pero sabía que eso no era completamente verdad. Entre el trabajo y pasar tiempo con Will, relativamente había pasado poco tiempo con su padre, y el tiempo era una cosa que nunca podría recuperar.
— Pero si me hubieras dicho, hubiera estado alrededor más. Nos podríamos haber visto más. Te podría haber ayudado así no estarías tan cansado todo el tiempo.
— Sólo sabiendo que estabas aquí era más que suficiente.
— Pero quizás no hubieras terminado en el hospital.
Él alcanzó por su mano. — O quizás mirarte disfrutar un verano sin preocupaciones mientras te enamorabas fue lo que me mantuvo fuera del hospital en primer lugar.
Aunque él no dijo tanto, ella sabía que no esperaba vivir por mucho más, y ella intentó imaginar la vida sin él.
Si ella no hubiera venido a quedarse con él, si no le hubiera dado una oportunidad, podría haber sido más fácil dejarlo ir. Pero lo había hecho, y nada de lo que estaba pasando iba a ser fácil. En el extraño silencio, ella podía escuchar su respiración entrecortada, y nuevamente notó cuánto peso había perdido. Ella se preguntaba si viviría hasta Navidad, o siquiera lo suficiente para que ella lo visitara de nuevo.
Ella estaba sola y su padre estaba muriendo, y no había absolutamente nada que pudiera hacer para detenerlo.
— ¿Qué va a pasar? — ella le preguntó. Él no había dormido mucho, quizás diez minutos, antes de que se diera vuelta hacia ella.
— No estoy seguro a lo que te refieres.
— ¿Vas a tener que quedarte en el hospital?
Era la pregunta que había tenido miedo de preguntar. Mientras él dormía, ella había sostenido su mano, imaginando que él nunca dejaría este lugar. Que pasaría el resto de su vida en esta habitación que olía a desinfectante, rodeada de enfermeras que eran no más que extrañas.
— No — él dijo —. Probablemente estaré en casa en algunos días. — Él sonrió —. Al menos eso espero.
Ella apretó su mano. — ¿Y luego qué? ¿Una vez que nos hayamos ido?  
Él pensó sobre ello. — Supongo que me gustaría ver la ventana terminada. Y terminar la canción que empecé. Todavía pienso que hay algo… especial allí.
Ella arrastró su silla más cerca. — Quiero decir, ¿Quién se va a asegurar que estás bien?
Él no respondió enseguida, pero intentó levantarse un poco en la cama. — Estaré bien — él dijo —. Y si necesito algo, puedo llamar al Pastor Harris. Él vive tan solo a un par de cuadras.
Ella intentó imaginarse al Pastor Harris, con sus manos quemadas y su bastón, intentando ayudar a su padre si necesitaba ayuda en meterse al auto. Él pareció saber lo que estaba pensando.
— Como dije, estaré bien — él murmuró —. Sabía que esto estaba viniendo, y si lo mal viene a peor, hay un hospicio asociado con el hospital.
Ella no quería imaginárselo allí, tampoco. — ¿Un hospicio?
— No es tan malo como crees. He estado allí.
— ¿Cuándo?
— Hace unas semanas. Y volví a ir la semana pasada. Ellos estarán listos para mí cuando sea que lo necesite.
Aún otra cosa que ella no sabía, aún otro secreto revelado. Aun otra verdad presagiando lo inevitable. Su estómago se enturbió, nausea instalándose.
— Pero preferirías estar en casa, ¿o no?
— Lo estaré — él dijo.
— ¿Hasta que no puedas?
Su expresión era casi demasiado triste para soportar. — Hasta que no pueda.
Ella dejó la habitación de su padre, dirigiéndose a la cafetería. Era tiempo, su padre había dicho, para que él le hablara a Jonah.
Ella estaba aturdida mientras caminaba por los pasillos. Era casi media noche ahora, pero la sala de emergencias estaba tan ocupada como siempre. Ella pasaba por habitaciones, la mayoría de ellas con las puertas abiertas, y vio niños llorando  
acompañados por padre ansiosos y una mujer que no podía parar de vomitar. Las enfermeras iban y venían alrededor de la estación central, alcanzando historiales médicos o llenando carros. Le sorprendía cómo tanta gente podía estar enferma tan tarde a la noche, aunque ella sabía que la mayoría de ellos se irían a la mañana. Su padre, por otro lado, estaba programado para que lo movieran a una habitación en el piso superior; sólo estaban esperando a que se terminara el papeleo.
Ella se abrió paso a través de la abarrotada sala de espera hacia una puerta que llevaba al área central del vestíbulo del hospital y la cafetería. Mientras la puerta se cerraba detrás de ella, el nivel de sonido cayó. Podía escuchar el sonido de sus pasos, casi podía escucharse a sí misma pensar, y mientras se movía, sintió olas de cansancio y nausea cursar a través de ella. Este era el lugar donde la gente enferma venía; este era el lugar donde la gente venía a morir, y ella sabía que su padre vería este lugar nuevamente.
Apenas podía tragar mientras llegaba a la cafetería. Ella frotó sus ojos hinchados, prometiéndose a ella misma que iba a mantener su compostura. La cocina estaba cerrada a esta hora, pero había máquinas expendedoras en la pared lejana, y un par de enfermeras se sentaban en la esquina, sorbiendo café. Jonah y Will estaban sentados en la mesa cerca de la puerta, y Will miró para arriba mientras ella se acercaba. En la mesa había una botella de agua medio vacía y leche y un paquete de galletas para Jonah. Jonah se dio vuelta para mirarla.
— Eso te tomó bastante — él dijo —. ¿Qué está pasando? ¿Papá está bien?
— Está mejor — ella dijo —. Pero él quiere hablar contigo.
— ¿Sobre qué? — Él dejo su galleta —. No estoy en problemas, ¿o sí?
— No, nada que ver. Él te quiere decir lo que está pasando.
— ¿Por qué no me puedes decir tú? — Él sonaba ansioso, y Ronnie sintió su corazón contraerse con temor.
— Porque él quiere hablar contigo a solas. Como lo hizo conmigo. Te acompañaré hasta allí y esperare afuera de la puerta, ok?
Él se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta, dejándola que siguiera atrás de él. — Genial — él dijo mientras la pasaba, y de pronto Ronnie quiso escaparse. Pero ella tenía que quedarse con Jonah.  
Will continuó sentado, inmóvil, sus ojos fijos en Ronnie.
— Dame un segundo, ¿ok? — Ella le dijo a Jonah.
Will se paró de la mesa, viéndose asustado por ella. Él sabe, ella pensó de repente. De alguna forma él ya sabe.
— ¿Puedes esperar por nosotros? — empezó Ronnie —. Sé que probablemente tú...
— Claro que esperaré — él dijo calladamente —. Estaré aquí tanto tiempo como me necesites.
Alivio corrió a través de ella, y ella le dio una mirada agradecida, luego se dio vuelta y siguió a Jonah. Ellos empujaron abierta la puerta y se dirigieron al pasillo vacío, hacia el bullicio de la sala de emergencias.
Nadie cercano a ella había muerto nunca. Aunque los padres de su papá habían muerto y ella recordaba asistir a los funerales, ella nunca los había conocido bien. No eran el tipo de abuelos que visitaban. Eran extraños en una forma, y aun después de que hubieran fallecido, ella nunca recordó extrañarlos.
Lo más cercano que ella había tenido alguna vez fue cuando Amy Childress, su profesora de historia de séptimo grado, fue asesinada en un accidente de tráfico en el verano después de que Ronnie había terminado de tomar su clase. Lo había escuchado primero de Kayla, y ella recordaba sentirse menos triste que sorprendida, si tan solo porque Amy era tan joven. La Srta. Childress todavía estaba en sus veintes y había estado enseñando por sólo algunos años, y Ronnie recordaba cuán irreal se había sentido. Ella era siempre tan amistosa; era una de los pocos profesores que Ronnie tuvo que solía reírse alto en clase. Cuando ella volvió a la escuela en otoño, no estaba segura de qué esperar. ¿Cómo reaccionaba la gente a algo así? ¿Qué pensaban los otros profesores? Ella caminaba por los pasillos ese día, buscando por señales de algo diferente, pero aparte de una pequeña placa que había sido montada en la pared cerca de la oficina del director, ella no vio nada fuera de lo ordinario. Los profesores enseñaban sus clases y socializaban en el salón de estar; ella vio a la Srta. Taylor y al Sr. Burns, dos de los profesores con los que la Srta. Childress comía el almuerzo seguido, sonriendo y riendo mientras caminaban por los pasillos.
Ella recordaba que le molestaba. Claro estaba, el accidente había pasado en el verano y la gente ya había estado de luto, pero cuando ella pasó por el aula de la Srta. Childress y vio que ahora era usada para enseñar ciencia, se dio cuenta de que estaba enojada, no  
sólo porque la Srta. Childress había muerto, sino también porque su memoria había sido borrada tan enteramente en un corto período de tiempo.
Ella no quería que eso le pasara a su padre. Ella no lo quería olvidado en un tema de semanas... él era un hombre bueno, un buen padre, y se merecía más que eso.
Pensando a lo largo de esas líneas, hizo que se diera cuenta de algo también: ella nunca había conocido a su padre cuando estaba sano. Ella había pasado tiempo con él por última vez cuando iba al primer año de secundaria. Ahora, ella era técnicamente un adulto, con edad suficiente para votar o unirse al ejército; y a lo largo del verano, él había encubierto su secreto. ¿Quién podría haber sido si no hubiera sabido que esto le estaba pasando? ¿Quién era él, en realidad?
Ella no tenía nada con qué juzgarlo, además de recuerdos de él como su profesor de piano. Ella sabía poco de él. No sabía los novelistas que le gustaban leer, no sabía su animal favorito y, si era forzada, no podría empezar a adivinar cuál era su color favorito. No eran cosas importantes, y ella sabía que realmente no importaban, pero de alguna manera estaba preocupada por el pensamiento de que probablemente nunca aprendería las respuestas.
Detrás de la puerta, escuchó los sonidos de Jonah llorando, y supo que había aprendido la verdad. Escuchó las frenéticas negaciones de su hermano y los murmullos de respuesta de su padre. Ella se reclinó contra la pared, doliendo por Jonah y por ella misma.
Ella quería hacer algo para hacer que esta pesadilla se fuera. Quería volver el reloj al momento en el que las tortugas habían nacido, cuando todo estaba bien con el mundo. Ella quería pararse junto al chico que amaba, su familia feliz a su lado. De pronto recordó la expresión radiante de Megan cuando había bailado con su padre en la boda, y sintió un dolor punzante al conocimiento de que ella y su padre nunca compartirían ese momento especial.
Cerró sus ojos y puso sus manos sobre sus orejas, intentando bloquear el sonido de los llantos de Jonah. Él sonaba tan indefenso, tan joven… tan asustado. No había manera de que pudiera entender lo que estaba pasando, no había manera de que pudiera realmente recobrarse. Ella sabía que él nunca olvidaría este horrible día.
— ¿Puedo conseguirte un vaso de agua?
Apenas escuchó las palabras, pero de alguna manera estaban dirigidas hacia ella. Mirando hacia arriba a través de sus lágrimas, vio al Pastor Harris parado frente a ella.  
Ella no podía responder, pero de alguna manera pudo sacudir su cabeza. Su expresión era amable, pero podía ver su angustia en la inclinación de sus hombros, en la forma en que agarraba su bastón.
— Lo siento mucho — él dijo. Su voz sonaba alerta —. No puedo imaginar cuán difícil esto es para ti. Tu padre es un hombre especial.
Ella asintió. — ¿Cómo supo que estaba aquí? ¿Te llamó?
— No — él dijo —. Una de las enfermeras me llamó. Estoy aquí dos o tres veces a la semana, y cuando lo trajiste, ellas pensaron que querría saber. Ellas saben que pienso en él como mi hijo.
— ¿Vas a hablarle?
El Pastor Harris miró la puerta cerrada. — Sólo si él quiere verme. — Por su expresión dolorida, ella sabía que podía oír los llantos de Jonah —. Y después de hablar con ustedes dos, estoy seguro de que querrá. No tienes idea de cuánto él temía este momento.
— ¿Han hablado sobre ello?
— Muchas veces. Él los ama a ustedes dos más que a la vida misma, y no quería lastimarlos. Él sabía que el momento vendría, pero estoy seguro de que no quería que se enteraran así.
— No importa. No es que cambie nada.
— Pero todo ha cambiado — opuso Pastor Harris.
— ¿Porque yo sé?
— No — él dijo —. Por el tiempo que han pasado juntos. Antes de que ustedes dos vinieran, él estaba tan nervioso. No sobre estar enfermo, sino sobre cuánto tiempo él quería pasar con ustedes, y quería que todo saliera bien. No creo que te des cuenta de cuánto te extrañó, o de cuánto realmente te ama a ti y a Jonah. Él literalmente estaba contando los días. Cuando lo veía, el me decía ‚Diecinueve días‛ o ‚Doce días‛. ¿Y el día antes de que llegaran? Pasó horas limpiando la casa y poniendo sábanas nuevas en las camas. Sé que el lugar no es para tanto, pero si lo hubieran visto antes, entenderías. Él quería que ustedes dos tuvieran un verano para recordar, y quería ser parte de eso. Como todos los padres, él quiere que seas feliz. Él quiere saber que vas a estar bien. Él  
quiere saber que harás buenas decisiones. Eso era lo que necesitaba este verano, y eso es lo que le has dado.
Ella entrecerró los ojos hacia él. — Pero no siempre he hecho buenas decisiones.
Pastor Harris sonrió. — Todo eso muestra que eres humana. Él nunca esperó perfección. Pero sí sé cuán orgulloso está de la joven mujer que te has vuelto. Él me contó eso tan solo hace unos días, y tendrías que haberlo visto cuando hablaba sobre ti. Él estaba tan… orgulloso, tan feliz, y esa noche, cuando recé, le agradecí a Dios por eso. Porque a tu padre le costó cuando se mudó de vuelta aquí. No estaba seguro si volvería a ser feliz de nuevo. Y, aun así, a pesar de todo lo que ha pasado, ahora sé que lo está.
Ella sintió el nudo en su garganta. — ¿Qué se supone que tengo que hacer?
— No estoy seguro que haya algo que puedas hacer.
— Pero estoy asustada — ella dijo —. Y mi pap{…
— Lo sé — él dijo —. Y aunque los dos lo han hecho muy feliz, sé que tu papá está asustado también.

Esa noche, Ronnie se paró en el pórtico trasero. Las olas eran constantes y rítmicas como siempre, y las estrellas parpadeaban con la intensidad de un pinchazo, pero todo lo demás sobre el mundo alrededor de ella parecía diferente. Will estaba hablando con Jonah en la habitación, así que había tres personas aquí como era usual, pero de alguna manera la casa se sentía más vacía.
El Pastor Harris todavía estaba con su papá. El Pastor Harris le contó que planeaba quedarse a lo largo de la noche, así ella podría traer a Jonah de vuelta a la casa, pero aun así ella se sentía culpable por irse. Mañana, su padre tenía programadas pruebas durante el día y otra consulta con su doctor. En el medio de esas cosas, él estaría cansado, y ella sabía que necesitaría descansar. Pero ella quería estar allí, quería estar a su lado, aunque estuviera dormido, porque sabía que el tiempo vendría cuando no podría.
Detrás de ella, escuchó la puerta trasera abrirse con un crujido; Will la cerró detrás de sí amablemente. Mientras él se acercaba, ella continuaba mirando sobre la arenosa playa. — Jonah finalmente está dormido — él dijo —. Pero no creo que él realmente  
entienda lo que está pasando. Él me contó que está bastante seguro de que el doctor hará sentirse bien a su padre, y seguía preguntado cuándo su papá podría volver a casa.
Ella recordaba sus llantos en la habitación del hospital, y todo lo que podía hacer era asentir. Will deslizó sus brazos alrededor de ella.
— ¿Estás bien? — él preguntó.
— ¿Cómo crees que estoy? Me acabo de enterar que mi padre está muriendo y que probablemente no vivirá para ver la Navidad.
— Lo sé — él dijo amablemente —. Y lo siento. Sé que esto es difícil para ti. — Ella podía sentir sus manos en su cintura —. Me quedaré esta noche, así que si algo pasa y tienes que ir, alguien puede estar con Jonah. Me puedo quedar aquí por cuanto tiempo me necesites. Sé que se supone que me tengo que ir en un par de días, pero puedo llamar a la oficina del director y explicar lo que está pasando. Las clases no empiezan hasta la semana que viene.
— No puedes arreglar esto — ella dijo. Aunque podía escuchar la agudeza en su tono, ella no lo podía evitar —. ¿No lo entiendes?
— No estoy intentando arreglarlo...
— Sí, ¡lo estás! ¡Pero no puedes! — Su corazón repentinamente se sintió como si fuera a explotar —. Y no puedes entender lo que estoy pasando, ¡tampoco!
— He perdido a alguien, también. — Él le recordó.
— ¡No es lo mismo! — Ella pellizcó el puente de su nariz, intentando ahogar las lágrimas —. Fui tan mala con él. ¡Dejé el piano! Le eché la culpa de todo, ¡y no le dije más de algunas palabras por tres años! ¡Tres años! Y no puedo recuperar esos años. Pero tal vez si no hubiera estado tan enojada, él no se hubiera enfermado. Tal vez causé ese extra… estrés que causó todo esto. ¡Tal vez fui yo! — Ella se alejó de Will.
— No es tu culpa.
Will intentó tomarla de vuelta en sus brazos, pero eso era la última cosa que ella quería, e intentó alejarse de él. Cuando él no la soltó, ella golpeó su pecho. — ¡Déjame ir! ¡Puedo manejar esto yo sola!  
Pero él aún la sostenía, y cuando se dio cuenta de que no la iba a dejar ir, ella finalmente colapsó sobre él. Y por un largo tiempo, ella lo dejó abrazarla mientras lloraba.
Ronnie estaba recostada en su habitación oscurecida, escuchando el sonido de Jonah respirando. Will estaba dormido en el sillón de la sala de estar. Ella sabía que debería intentar descansar, pero se mantuvo esperando a que el teléfono sonara. Ella imaginaba lo peor: que su padre había vuelto a toser de nuevo, que había perdido más sangre, que no había nada que nadie pudiera hacer…
Al lado de ella, en la mesa de luz, estaba la Biblia de su padre. Anteriormente, ella le había echado un vistazo, insegura sobre lo que podría encontrar. ¿Habría él subrayado pasajes o doblado paginas? Mientras ella hojeaba el libro, había encontrado pocas huellas de su padre, además de un sentimiento de gasto de las páginas que sugería una profunda familiaridad con casi cada capítulo. Ella deseaba que él hubiera hecho algo para hacerla de sí mismo, algo que dejara pistas sobre él mismo, pero no había nada aún para sugerir que había encontrado algún pasaje más interesante que otro.
Ella nunca había leído la Biblia, pero de alguna manera sabía que leería ésta, buscando por cualquier significado que su padre había encontrado entre las páginas. Ella se preguntaba si la Biblia le había sido dada por el Pastor Harris o si la había comprado él mismo, y cuánto tiempo había estado en su posesión. Había tanto que no sabía sobre él, y ella se preguntaba ahora por qué nunca se había molestado en preguntarle.
Pero lo haría, ella decidió. Si pronto tendría tan sólo recuerdos, entonces quería tantos como ella pudiera recolectar, y mientras se encontraba rezando por primera vez en años, rogaba a Dios por el suficiente tiempo para hacerlo posible.  

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