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Capitulo 33 Ronnie


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— ¿De verdad terminaste la ventana?
Ronnie miró a su padre mientras le hablaba a Jonah en la habitación de hospital, pensando que él parecía estar mejor. Aún parecía cansado, pero sus mejillas tenían un poco más de color y se estaba moviendo con mayor facilidad.
— Papá, es asombroso. — Dijo Jonah. — No puedo esperar a que la veas.
— Pero aún faltaban muchas piezas.
— Ronnie y Will ayudaron un poquito. — Admitió Jonah.
— ¿Sí?
— Yo les mostré cómo hacerlo. Ellos no sabían nada. Pero no te preocupes, fui paciente incluso cuando cometieron errores.
Su padre sonrió.
— Qué bueno oírlo.
— Sí, soy un profesor bastante bueno.
— Estoy seguro de que lo eres.
Jonah arrugó la nariz.
— Huele a algo gracioso aquí, ¿no es cierto?
— Un poco.
Jonah asintió.  
— Eso pensé. — Él se acercó al televisor. — ¿Has estado viendo alguna película?
Su padre sacudió la cabeza.
— No demasiadas.
— ¿Qué es lo que hace eso?
Su papá miró a la bolsa de la IV*.
— Tiene algo de medicina en ella.
— ¿Te hará ponerte mejor?
— Me siento mejor ahora.
— ¿Así que vienes a casa?
— Muy pronto.
— ¿Hoy?
— Tal vez mañana. — Dijo él. — Pero ¿sabes qué podría tomar?
— ¿Qué?
— Una soda. ¿Recuerdas dónde está la cafetería? ¿Por el pasillo y cerca de la esquina?
— Sé dónde está, no soy un niño pequeño. ¿De qué la quieres?
— Un Sprite o un Seven—Up.
— Aunque, no tengo nada de dinero.
Cuando su padre la miró, Ronnie lo tomó como una señal para revisar en sus bolsillos traseros.
— Yo tengo algo. — Dijo ella. Sacó de su bolsillo lo que pensó que sería necesario y se lo pasó mientras salía por la puerta. Tan pronto como se fue, ella sintió a su padre observándola.  
— El abogado llamó esta mañana. Han pospuesto tu juicio para finales de Octubre.
La mirada de Ronnie se dirigió hacia la ventana.
— No puedo pensar en eso ahora mismo.
— Lo siento. — Dijo él. Estuvo callado durante un momento, y ella pudo sentirlo mirándola. — ¿Cómo lo está llevando Jonah en realidad? — Preguntó.
Ronnie se encogió de hombros.
— Perdido. Confundido. Asustado. Apenas soportando todo esto. — Como yo, quiso decir.
Su padre le hizo señas para que se acercara. Ella tomó asiento en la silla que Jonah había estado usando. Él alcanzó su mano y dio un apretón.
— Siento no estar lo suficientemente fuerte como para estar fuera del hospital. Nunca quise que me vierais así.
Ella ya estaba sacudiendo su cabeza.
— Nunca pidas disculpas por eso.
— Pero…
— Nada de peros, ¿de acuerdo? Tenía que saberlo. Me alegro sabiéndolo.
Él parecía aceptar eso. Pero entonces la sorprendió.
— ¿Quieres hablar de lo que pasó con Will?
— ¿Qué te hace pensar eso? — Preguntó ella.
— Porque te conozco. Porque sé cuándo hay algo más en tu mente. Y porque sé cuánto te importaba él.
Ronnie se sentó derecha, no queriendo mentirle.
— Él se fue a su casa a hacer las maletas. — Dijo ella.
Pudo sentir a su padre estudiándola.  
— ¿Alguna vez te dije que mi padre era jugador de pocker?
— Sí, me lo dijiste, ¿por qué? ¿Quieres jugar al pocker?
— No. — Dijo él. — Solamente sé que pasó algo más con Will además de lo que me estás diciendo, pero si no quieres hablar de eso, está bien también.
Ronnie dudó. Ella sabía que él sería comprensivo, pero aún no estaba lista.
— Como dije, él se va. — Dijo en cambio, y con un asentimiento su padre lo dejó pasar.
— Pareces cansada. — Dijo él. — Deberías ir a casa y echarte una siesta después.
— Lo haré, pero quiero estar aquí un rato más.
Él ajustó su mano a la suya.
— Está bien.
Ella miró a la bolsa de IV por la que Jonah había preguntado antes, pero a diferencia de su hermano, ella sabía que no era medicina para mejorarlo.
— ¿Te duele? — Preguntó.
Él hizo una pausa antes de responder.
— No. — Respondió. — No demasiado.
— ¿Pero te ha dolido?
Su padre comenzó a sacudir la cabeza.
— Cielo…
— Quiero saberlo. ¿Te dolió antes de venir aquí? Dime la verdad. ¿Está bien?
Se rascó el pecho antes de responder.
— Sí.
— ¿Cuánto tiempo?  
— No sé a qué te refie…
— Quiero saber cuándo te empezó a doler. — Dijo Ronnie, inclinándose sobre el borde de la cama.
Ella deseaba ver sus ojos.
Nuevamente él sacudió su cabeza.
— No es importante. Me estoy sintiendo mejor. Y los doctores saben qué hacer para seguir ayudándome.
— Por favor. — Dijo ella. — ¿Cuándo comenzó a dolerte?
Él miró hacia sus manos, tan apretadas sobre la cama.
— No lo sé. ¿Marzo o Abril? Pero no era todos los días…
— Cuando te dolía, — continuó, determinada a saber la verdad —, ¿qué hacías?
— Antes no era tan malo. — Respondió él.
— Pero aún así dolía, ¿cierto?
— Sí.
— ¿Qué hacías?
— No lo sé. — Protestó. — Trataba de no pensar en ello. Me concentraba en otras cosas.
Ella podía sentir la tensión en sus hombros, odiando lo que podría decir, necesitando saber.
— ¿En qué te concentrabas?
Su padre alisó una arruga en la sábana con su mano libre.
— ¿Por qué es tan importante para ti?
— Porque quiero saber si te concentrabas en otras cosas mientras tocabas al piano. — Tan pronto como dijo eso, ella supo que estaba en lo correcto. — Te vi esa noche  
tocando el piano en la iglesia, la noche que tuviste el ataque de tos. Y Jonah dijo que te habías estado paseando por ahí tan pronto como apareció el piano.
— Cariño…
— ¿Recuerdas esa vez que dijiste que tocar el piano te hacía sentir mejor? — Su padre asintió. Él podía ver lo que venía, y ella estaba segura de que no querría responder, pero ella tenía que saberlo. — ¿Te referías a que ya no sentías tanto el dolor? Y, por favor, dime la verdad. Sabré si me estás mintiendo. — Ronnie no sería desviada, no esta vez.
Él cerró sus ojos brevemente, y luego encontró su mirada.
— Sí.
— ¿Pero construiste la muralla alrededor del piano de todas maneras?
— Sí. — Dijo nuevamente.
Con eso, ella sintió que su frágil compostura cedía. Su mandíbula comenzó a temblar mientras ella bajaba su cabeza hacia el pecho de su padre.
Su padre se extendió hacia ella.
— No llores. — Dijo él. — Por favor, no llores…
Pero ella no podía evitarlo. Los recuerdos de cómo ella había actuado en ese entonces y el conocimiento de lo que él había estado pasando, drenaron cualquier energía que le quedaba.
— Oh, Papi…
— No, bebé… por favor, no llores, no fue tan malo entonces. Pensé que podía soportarlo, y pienso que lo hice. No fue hasta la semana pasada que… — Él con un dedo tocó su mandíbula, y cuando ella lo miró a los ojos, lo que vio casi le rompe el corazón. Tuvo que apartar la mirada. — Pude soportarlo entonces. — Repitió él, y ella supo por su voz que hablaba en serio. — Lo prometo. Dolió, pero no era en lo único en que pensaba, porque podía escapar de otras maneras, como trabajando en la ventana con Jonah, o simplemente disfrutando el verano que imaginé cuando le pedía a tu madre que los dejara estar conmigo.  
Sus palabras la quemaron. Su clemencia era más de lo que podía soportar.
— Lo siento tanto, Papi…
— Mírame. — Dijo él, pero ella no pudo. Ella sólo pudo pensar en su necesidad por el piano, algo que ella le había quitado. Porque ella pensaba únicamente en ella. Porque ella quería herirlo. Porque a ella no le importaba. — Mírame. — Dijo nuevamente. Su voz era suave pero insistente. A regañadientes, ella levantó su cabeza. — Tuve el verano más maravillosos de mi vida. — Susurró. — Pude verte salvar a las tortugas, y tuve la oportunidad de ver cómo te enamorabas aunque no dure para siempre. Y sobre todo, pude conocerte como una joven mujer, no una pequeña niña, por primera vez. Y no puedo decirte cuánta felicidad me dieron todas esas cosas. Eso es lo que me mantuvo durante el verano.
Ella supo que sus palabras eran sinceras, lo que solo la hacía sentirse peor. Estaba a punto de decir algo cuando Jonah irrumpió por la puerta.
— Mirad a quién encontré. — Dijo señalando con la lata de Sprite.
Ronnie levantó la mirada para ver a su madre parada detrás de Jonah.
— Hola, cariño. — Dijo ella.
Ronnie miró a su padre. Él se encogió de hombros.
— Tuve que llamarla. — Explicó él.
— ¿Estás bien? — Preguntó su madre.
— Estoy bien, Kim. — Respondió su padre.
Su madre tomó eso como una invitación para entrar en la habitación.
— Creo que todos necesitamos hablar. — Anunció ella.

La mañana siguiente, Ronnie tomó una decisión y estaba esperando en su habitación cuando su madre entró.
— ¿Terminaste ya de hacer las maletas?  
Ella fijó a su madre con una mirada calmada pero determinada.
— No volveré a Nueva York contigo.
Kim puso sus manos en su cadera.
— Pensé que ya habíamos discutido esto.
—No. — Dijo Ronnie uniformemente. — Tú discutiste esto. Pero no voy contigo.
Su madre ignoró su comentario.
— No seas ridícula. Por supuesto que vienes a casa.
— No voy a volver a Nueva York. — Ronnie cruzó sus brazos pero no levantó la voz.
— Ronnie…
Ella sacudió su cabeza, sabiendo que nunca había hablado tan en serio en toda su vida.
— Me quedo y no está en discusión. Tengo dieciocho años ahora y no puedes forzarme a volver contigo. Soy un adulto y puedo hacer lo que quiera.
Mientras ella absorbía las palabras de Ronnie, su madre cambiaba su peso inquieta de un pie a otro.
— Esto… — Dijo finalmente, moviéndose hacia la sala de estar, tratando de sonar razonable. — Ésta no es responsabilidad tuya.
Ronnie dio un paso hacia ella.
— ¿No? ¿Entonces de quién es? ¿Quién va a cuidarlo?
— Tu padre y yo hemos hablado de eso…
— Oh, ¿te refieres sobre el Pastor Harris? — Demandó Ronnie. — Oh, sí, como si él pudiera cuidar de papá si colapsa o empieza a vomitar sangre nuevamente. El Pastor Harris no puede hacerlo físicamente.
— Ronnie… — Su madre empezó de nuevo.
Ronnie levantó sus manos, su frustración y resolución creciendo.  
— Solo porque tú aún estás enojada con él no significa que yo tenga que estar enojada con él, ¿de acuerdo? Yo sé lo que hizo y lamento que te lo hiriera, pero esto es sobre mi padre. Él está enfermo y necesita mi ayuda, y voy a estar aquí para él. No me importa si él tuvo una aventura, no me importa si nos dejó. Pero cuidaré de él.
Por primera vez su madre se vio genuinamente desconcertada. Cuando ella habló nuevamente su voz era suave.
— ¿Qué fue exactamente lo que te dijo tu padre?
Ronnie estaba a punto de protestar que eso no importaba, pero algo la detuvo. La expresión de su madre era tan extraña, casi… culpable. Como si… como si…
Ella miró fijamente a su madre, reconocimiento apareciendo mientras hablaba.
— No fue papá quien tuvo una aventura, ¿cierto? — Dijo lentamente. — Fuiste tú.
La postura de su madre no cambió, pero lucía afligida. La compresión golpeó a Ronnie con una fuerza casi física.
Su madre tuvo la aventura, no su padre, y…
La habitación comenzó a sentirse sofocante mientras las implicaciones se aclaraban.
— Por eso él se fue, ¿no es cierto? Porque lo descubrió, pero tú me dejaste creer todo este tiempo que todo fue culpa suya, que nos dejó sin ninguna buena razón. Tú pretendiste que fuera él, cuando fuiste tú. ¿Cómo pudiste hacer eso? — Ronnie apenas podía respirar. Su madre parecía incapaz de hablar, y Ronnie se preguntó si alguna vez conoció a su madre completamente. — ¿Fue con Brian? — Demandó de repente. — ¿Estuviste engañando a mi padre con Brian?
Su madre se quedó en silencio, y nuevamente Ronnie supo que estaba en lo correcto. Su madre la dejó creer que fue su padre quien las dejó sin razón aparente. Y no hablé con él durante tres años por eso…
— ¿Sabes qué? — Chasqueó Ronnie. — No me importa. No me importa qué pasó entre vosotros dos, no me importa qué pasó en el pasado. Pero no voy a dejar a mi padre, y tú no puedes obligarme…
— ¿Quién no se va? — Jonah interrumpió. Él justo entró en la habitación sosteniendo un vaso de leche, y se volvió de su madre a ella, que pudo oír el pánico en su voz. — ¿Te vas a quedar aquí? — Le preguntó.  
Le llevó un momento a Ronnie responder mientras ponía el enojo bajo control.
— Sip. — Dijo ella, esperando sonar más calmada de lo que se sentía. — Me voy a quedar.
Él puso el vaso de leche en el aparador.
— Entonces yo también me quedo. — Anunció.
Su madre se vio repentinamente indefensa, y aunque Ronnie aún podía sentir el filo de su enojo, no había manera de que dejara a Jonah ver a su padre morir. Ella cruzó la habitación y se agachó.
— Sé que te quieres quedar, pero no puedes. — Dijo gentilmente.
— ¿Por qué no? Tú te quedas.
— Pero yo no tengo clases.
— ¿Y qué? Puedo ir a la escuela de aquí. Papá y yo ya hablamos sobre eso.
Su madre se movió hacia ellos.
— Jonah…
Jonah repentinamente retrocedió, y ella pudo oír el pánico aumentando en su voz cuando se dio cuenta de que era superado en número.
— ¡No me importa la escuela! ¡No es justo! ¡Quiero quedarme aquí! 

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